Capítulo Único

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Cuándo estas enamorado, arriesgas todo, incluso abandonarías la forma que tienes ¿no? Harías hasta que no imposible fuera posible para estar una vida o meses con esa persona que robó tu corazón con su simple presencia.

Me había enamorado de una persona en el pasado, todo era color se rosa, pero algo en él cambio; me casuo un dolor muy grande. Para distraerme suelo ir a la tierra, vagar por las noches ocultando mis alas, nada extraordinario me había pasado hasta aquella noche.

Ella era una chica que vestía de colores muy vivos, tenía unos hermosos ojos, cabello rojo y una cara muy bonita, con un simple cruce de miradas me sonroje y creo que hasta me enamoré fácilmente de ella.

Sabía que estaba prohibido, ya que de donde vengo eso es un pecado, sin embargo, en aquel momento me había olvidado de eso. Mortal y Ángel, un fruto prohibido que ninguna debería de experimentar, pero los sentimientos brotaban cuál flor de primavera aún cuando estaban en otoño.

Por el bien de ambas y principalmente del ángel, era conveniente que se vieran en secreto. La mortal tenía un prometido, así que su aventura con el ser celestial era sumamente prohibida; los sentimientos eran puros, pero la humana estaba tan asustada que rechazó los sentimientos de aquel ángel. Sin embargo, la peliblanca tenía un plan, cortarse las alas para poder estar con su amada.

Por otro lado, la pelirroja estaba confundida y decepcionada de la decisión que había tomado. Vestida de negro fue al lugar donde algún día se encontró con su bellos ángel, quería recordarla y decirle cuanto la extrañaba, pero en aquel lugar se encontró con un misterioso chico de cabello blanco y joven, que tenía su misma edad.

Sus miradas se cruzaron y la pelirroja se sintió extraña, se había enamorado de ese joven desconocido. Estaba mal, ella pronto se casaría con su prometido y no podía tener esos sentimientos; el tiempo paso y siguió viéndose con aquel chico misterioso ambos estaban muy enamorados y la joven dejo todo por amor, traicionó a su familia al no casarse con el duque millonario que haría que su familia tuviera más riqueza.

Los dos enamorados estaban planeando escapar al bosque, ese en donde hicieron un juramento sagrado de amor. Una noche antes, el joven subió por la ventana de la doncella, era una noche y momento especial para ellos queriéndose, amándose y dejándose llevar por aquella fiebre intensa que había entre ambos traspasando el límite de muestras sencillas de afecto, era un voto de purificación.

Mientras tanto, alguien había llegado al pueblo. Tenía un porte varón y siempre escondía aquella arma de fuego. Necesitaba encontrar al ángel rebelde y matarlo para cumplir la misión que le fue concedida; el día del juicio del ángel estaba próximo, ella sabía que tarde o temprano eso pasaría. Después de aquella noche romántica, el chico le pidió verla en aquel lugar donde se conocieron, lo que ella no sabía es que él le pediría matrimonio así estarían siempre juntos hasta la eternidad.

Pero la vida no puede ser tan buena, siempre debe de a ver un equilibrio. La doncella fue al lugar del encuentro, se sentí cerca del árbol donde solían pasar las tardes junto al arrollo viendo el atardecer; de entre los arbustos estaba aquel hombre del que el pueblo tanto hablaba, saco su arma plateada y le disparó a la joven directamente en el pecho cayendo al suelo y el color carmín hacia un enorme charco bajo su cuerpo.

Perplejo e incrédulo el joven noble contemplaba por última vez la belleza de la doncella a quien más había amado en el plano terrenal; abrazo el cuerpo de su amada y lloro amargamente, ¿por qué le pasaba esto? ¿Tan malo era ser feliz con alguien que no fuera un ángel?

—Mi querida yace fría. Gastare toda mi vida por ti, mientras juro en este día mi pecado contra Dios.—juro entre sollozos

Un ángel caído estaba arriesgándose a perder sus alas por una simple mortal, Dios le había advertido del pecado, de las consecuencias que tendría si desobedecía.

—Si dicen que Dios padre es piadoso ¿por qué no lo fue conmigo?—susurró.—Todos mis actos de traición deberían ser pagados con mi muerte.

Una risa burlona resonó en el silencio doloroso, aquel hombre con el arma había salido de su escondite y sonreía maliciosamente.

—¿Estas renunciando a tu voto, pequeña? ¿Crees que eso te salvará?—preguntó.

—Así que eras tú de quienes todos hablan en el pueblo.

—No luces sorprendida.

—¡Sabía que vendrías por mí, pero no tenías que hacer esto!—gritó.—Así que voy a morir ella. Yo creo que ese es mi destino.

—Como tú lo desees.

—Espera, antes de dispararme quiero que ella este viva, que sea feliz y que nunca me olvide.—tomo el rostro frío de su amada y sintió el disparo en su pecho.

La pelirroja veía a su amado transformándose en aquella jovencita que había visto meses atrás, quería abrazarla un poco más, sus alas habían desaparecido al igual que ella y el cazador de ángeles. En su lugar quedó una chica llorosa, un corazón destrozad, una pluma negra que tomó como el último recuerdo de su amada y un juramento celestial que nunca olvidaría.

The Angel and the MortalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora