Prólogo

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La mano le temblaba aún por lo acababa de pasar, se supone que era su primera sesión pero de alguna forma no podía soportar de idea de que hubiesen más que esa.
No es que no le hubiera gustado la experiencia, por el contrario, fue uno de los encuentros más fascinantes que alguna vez llegó a tener y quizá estaba mal que se sintiera ansiosa por repetirlo; su cabeza era un lío pero el espacio en blanco donde debía poner su firma le estaba rogando por completarlo.

“¡Vamos, hazlo!” — gritó el pelirrojo de lentes a un lado suyo, animando a la chica a completar el papeleo con una sonrisa radiante y despreocupada. Le sorprendió como podía actuar de esa forma cuando hace apenas unos momentos había estado agitado encima de ella.

“¿No nos divertimos hoy? No podría imaginar un escenario como ese otra vez si no es contigo.” — Comentó el rubio detrás del sofá, lo decía de una forma tan inocente que a la pobre le dieron escalofríos de solo recordar lo que había sucedido entre ellos hace unos minutos.

“Estoy de acuerdo, creo que fue una experiencia gratificante pero no estas obligada a firmar.” — El adulto en la sala habló con un tono serio, parecía que estaba ahí más para hacer negocios que para el verdadero propósito del juego.

“¡El niño rico tiene razón! Dejen de presionarla, gracias a ustedes dos nunca hay chicas lindas que quieran quedarse.” — Afirmaba con molestia el sujeto de cabello blanco que se recargaba en la pared con una botella de agua, un rostro que reconoció desde el principio y aún se sentía halagada de estar en su presencia, pero este no era el momento para ser una fan o eso se dijo hasta que sintió una mano en su hombro izquierdo que le acariciaba con comprensión.

“Afirmando lo que dijo el señor Han, es tu decisión. Sea cual sea será la correcta y siempre será un placer trabajar contigo.” —Le mencionaba de forma maternal la chica de cabello café mientras le sonreía con simpatía y asesinaba con la mirada al pelirrojo y al rubio que ahora estaban en la otra equina del sofá rojo con rostros decaidos por haber sido regalados sin cesar, algo que parecía más teatro que realidad.

Ella levantó la vista para ver hacia el chico de ojos menta, no decía nada pero en el momento que le sonrió su corazón se detuvo y dejó de dudar. Todo el apoyo aquellos extraños le derretia el corazón, tenía su aprobación para quedarse.

Soltó un suspiro mientras le entragaba los papeles firmados a la rubia delante de ella, la cuál sólo le dedicó una sonrisa casi angelical mientras que los demás miembros se veían entre ellos con satisfacción de tener a una nueva integrante entre ellos.

“Bienvenida al Jardín de Lilith, Alice. Esperamos que tu estadía sea tan placentera que nunca quieras irte.” —Hubo algo raro en sus palabras, una especie de malicia que Alison pudo notar pero pasó por alto en cuanto los demás empezaron a felicitarla por hacerse miembro de su club.

¿Cómo llegamos a ésto? Es una larga historia, una larga historia llena de pecados.

Las puertas del paraíso de los pecadores han sido abiertas.

El Jardín De Lilith [MM AU +18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora