Un enojado profesor de literatura observaba atentamente a su mejor amigo encender el quinto cigarrillo de la noche, el temible Demonio Kamijou bufo —Tsk Baka-hiko ¿Cuándo va a ser el día en que dejes de fumar?
El escritor enarco una ceja, esa era una conversacion que tenia muy a menudo con el irascible profesor y también con su pequeño amante.
—Cuando muera —respondió como quien no quiere la cosa mientras le daba una profunda calada al cigarro que tenia entre los dedos.
Hiroki se lo quedó mirando fijamente con el ceño fruncido —¿Estás hablando en serio? ¿Qué es lo que tiene que pasar para que dejes de fumar? ¿Se tiene que comprometer tu salud para que lo dejes? ¿O que? Algún motivo tiene que haber para que lo dejes ¿Ni siquiera lo dejarías por Takahashi?
El escritor hizo una mueca, mostrándose visiblemente dolido por el ataque de su mejor amigo, el profesor tenía razón, pero eso era algo que él jamás admitiría.
—Bah. Hiroki no seas pesado. En algún momento lo dejaré —y con estás palabras se apresuro a cambiar el rumbo de la conversacion.
Horas más tarde el escritor entró en el departamento, encontrando a su joven amante sentado en el sofá mirando la televisión —Misaki.
—Usagi-san bienvenido a casa —el chico le sonrió y cuando el escritor se acercó para darle su habitual beso de bienvenida lo percibió, el intenso y acre olor al cigarrillo, hizo una mueca de asco y se aparto de inmediato.
Siempre le había disgustado el olor a cigarrillo, pero en las ultimas semanas había empeorado, cada vez que sentía el olor su estomago se revolvía, el mayor lo miró, sorprendido, al ver la mirada acusadora que le lanzaba su pareja.
—Estuviste fumando de vuelta. Apestas a cigarro. Ya te dije que no me gusta que fumes. Supongo que, como siempre, tienes trabajo pendiente que hacer. Yo me voy a dormir, si tienes hambre la cena esta en el refrigerador, solo tienes que calentarla —y con esto último el chico de 23 años se retiro a su habitación, cerrando con llave la puerta para evitar que el escritor entrara.
Akihiko suspiro y con pesadez entro en su oficina, había considerado varias veces dejarlo, pero le era imposible, con solo estar un día sin tener un cigarro entre sus labios empezaba a impacientarse y a sentir los síntomas de la abstinencia.
El cigarro siempre había sido un tema de discusión en la pareja, pero Misaki jamás se había comportado como lo había hecho ese día, aunque vagamente recordaba que hacía varias semanas que el chico simplemente se esfumaba cada vez que el sacaba un cigarro y lo encendía.
Tenia claro que no le gustaba el olor pero ¿Era tanto su disgusto como para rechazarlo de la forma en que lo había hecho? ¿O simplemente lo estaba sobreactuando para llamar su atención y así conseguir que lograra dejar su peor vicio? No. No podía ser, Misaki no era así ¿O sí?
Con estos pensamientos en mente el escritor se dispuso a continuar la novela que debía entregar en 4 días.
Suspiro, hastiado, apenas iba por la mitad y sabía a la perfección que Aikawa lo asesinaría por no tener el manuscrito a tiempo, por un momento considero encender un cigarro, pero la simple idea le dio cierto repelús y armándose de valor se dispuso a escribir el manuscrito.
Esa, definitivamente, sería una noche muy larga.
Misaki despertó solo en su cama como muchas otras mañanas, seguramente el escritor se había pasado toda la noche escribiendo.
Se levantó, se ducho y preparo el desayuno, la habitación de Akihiko estaba vacía, abrió la puerta de la oficina del escritor y allí lo encontró, dormido sobre su computadora portátil.