Allí, sentada contra la pared de su cuarto casi vacío, a excepción de la cama revuelta, y el desorden de ropa y pinturas por el suelo. Con la mirada perdida, y la mente también, en algún lugar inexistente que conoce más que cualquier otro.
La persiana está baja casi por completo, y aunque no fuera así, la luz no pasaría por la suciedad de las ventanas. Palpa el suelo sin ver, en busca de su celular que no deja de vibrar, y se ha vuelto demasiado molesto. Por suerte su batería ya casi se termina, pero llega a divisar el sinfín de llamadas perdidas y mensajes nada originales: "JEN, POR FAVOR. LLAMAME EN CUANTO ME LEAS! YA ME HE QUEDADO SIN CRÉDITO POR LLAMARTE. TE LO RUEGO, SOLO LLAMAME. TE QUIERO". Mantiene el botón rojo apretado unos segundos hasta ver cómo se apaga su anticuado teléfono, y lo deja caer al suelo otra vez.
Su vista vuelve hacia la pared frente a ella, con la pintura roja aún fresca, chorreando. Todavía se pueden ver debajo los restos pegados de todos sus antiguos pósters y "carteles motivacionales" que habían sido arrancados y reemplazados por el imponente dibujo.
Allí puede encontrarse. Por momentos, sentir que no es invisible, como en el resto del mundo. Quizás es el dolor, que la hace sentirse viva una vez más; o la imágen en la que logra hayarse más que frente a cualquier espejo.
Estaba bastante segura de que lloraría, sin embargo no lo hace, no puede. Su cabeza está demasiado sobrecargada como para hacerlo, o quizás ya no le quedan lágrimas. Simplemente siente cómo algo que no parecía ser aire la va llenando poco a poco de pies a cabeza, cada centímetro de su interior parece cubrirse de esa sensación.
Se acerca a los potes de pintura que velan en el suelo y moja sus manos dentro de uno. No puede contener la sonrisa al pasar las manos humedas desde su mentón hasta su abdomen, viendo cómo todo se torna de un rojo escarlata. Cuando las comisuras de su boca se levantan, siente su piel tirante, y se da cuenta que su rostro está seco por la sal de las lágrimas, y que su delineador le debe llegar hasta el cuello. Y piensa en él, en todo ese maquillaje; estando allí ya no lo necesita, no necesita nada. Taladra su cabeza, y se dio cuenta de que es sencillamente una máscara, o más bien un escudo. Como si con él ocultara sus imperfecciones, sus miedos, sus sentimienos, y a ella misma. Aunque para el resto quizás no fuera así (lo más probable) ella se siente desnuda sin él, insegura. Sabe que una sonrisa era el mejor maquillaje, pero no está a su alcance. No le importa que piensen que su imágen es un simple reflejo de vanidez, superficialidad, o incluso un intento de ser popular, mostrando alguien que no es para identificarse con un estilo. Sabe que eso creen todos, de hecho se lo demuestran a menudo, sin embargo, no importa. Allí, ni siquiera existen esos prejuicios, no existe nada más.
Y pasa sus manos ensangrentadas por sus ojos, cubriendo todas las lágrimas. Puede cerrarlos y pretender que todo esta bien, olvidar todo por un instante, aunque nunca fuera suficiente. Había construído allí un pedazo de cielo, algo que tenía que ser mágico, donde escapaba de su vida, su mundo real tan trágico. A donde va cuando pretender y aparentar estar bien se vuelve demasiado difícil, y lo que parecía no poder ser peor lograba superarse. Ahora ese suspiro está bañado en sangre, y se da cuenta de que, en realidad, no ha perdó nada, porque nunca lo tuvo.
Todo suena demasiado abstracto como para entenderlo, y lo es. Ella tiene una guerra en su mente. Dos lobos voraces que ella misma ha construido, y que ahora luchan a matarse. Y ¿de quién más depende cuál gane, si no otra vez de ella misma, de a cuál alimente? Ya no se trata del uso de la razón, de la perspicacia, ni de seguir al corazón. Solo son distintos caminos que llevan al mismo lugar, a ningún lado. Y es que son caminos peligrosos, porque han sido juzgados, han sido pisoteados y sobre todo lastimados. Y los caminos lastimados, como las personas, son peligrosos, porque saben que pueden sobrevivir; porque saben que son más fuertes que aquello que intentó derribarlos. Y a esta altura, ya han cicatrizado.