Se oían los gritos dentro de aquellas blancas paredes. El eco se hacia en los corredores de aquel hospital. Eran los gritos que anunciaban el más grande milagro, el de la vida. Dentro del quirófano de aquel hospital, una mujer gritaba de dolor por la labor de parto, lágrimas rodaban por sus mejillas, mas no eran lágrimas de dolor, eran de alegría. Al ver a la pequeña creatura que ella había traído a la vida, lo único que podia pensar era "Todo a valido la pena".
-Es una niña-dice el médico.
La sonrisa de la madre no podía ser más brillante, aún con el todavía presente dolor del parto, el ver a esa pequeña niña la llenaba de la mayor alegría.Su corazón no sentía ningún especie de repulsión hacia el fruto de una horrorosa violación. No, ella amaba a su hija, ni bien llevaba dos minutos en este mundo. Ni siquiera sentía odio por aquel hombre que le hizo tanto daño, en realidad le estaba agradecida en cierta forma, porque ahora ella tenía alguien a quien podría proteger y darle todo su amor.
[N/A: no sé cómo se ha de sentir una mujer embarazada por violación, supongo que debe ser muy doloroso, pero pongo esto para recalcar el gran corazón de la madre. Espero no ofenda a nadie]
-Quiero verla-murmuró suavemente la mujer.
Ya en sus brazos el antes incesante llanto de la niña cesó al fin. Ahora la habitación estaba en silencio, a excepción de los leves pitidos de las máquinas dentro, y del tarareo calmante de esa mujer.
-Descanza pequeña, de ahora en adelante todo estará bien-un sollozo sale de la pequeña boca de la niña-Se que... así... será... mi... pequeña... Katsumi.
Mientras decía estas palabras, los ojos de aquella mujer se iban cerrando lentamente, y el agarre de sus brazos que sostenían a la bebé también iban cediendo.
Una de las enfermeras tomo a la recién nacida a tiempo, justo antes de que está fuera soltada. Los presentes en la habitación al ver a la mujer pálida y con los ojos cerrados se acercaron. El corazón de la mujer de había detenido, el monitor a un costado lo demostraba. El sobreesfuerzo que tuvo que hacer para traer al mundo a su hija había sido demasiado para ese débil y enfermizo cuerpo de solo 17 años.
Desesperados por salvarle la vida a la mujer, o debería decir a la joven (pues no era más que una niña trayendo al mundo a otra niña), comenzaron a darle descargas al corazón de está. Mas no había respuesta, su cuerpo inerte y su rostro pálido no daban la más mínima señal de vida.
Y como si fuera capaz de sentir lo que le ocurría a su madre, la pequeña bebé comenzó a llorar en los brazos de aquella enfermera.
Pasaron 5, 10, 15 minutos y al no tener respuesta de la paciente, uno hombre pronunció:
-Cero horas con un minuto, hora de la defunción-.
Así es, un nuevo día había comenzado y ya había muerto alguien en su primer minuto.
Durante unos segundos nadie en la habitación hablo, y no había quien quisiera hacer un solo sonido. Aún así la sala no estaba en silencio, el llanto del bebé, que se había vuelto tenue, no permitía que su existencia fuera ignorada.
Todos los presentes solo podían pensar en la suerte de la niña. Estaba sola en el mundo. Su madre había muerto y la familia de está no querían tener nada que ver con la criatura (esto lo sabían al ver a la joven asistir a las revisiones trimestrales por su cuenta). Lo único que le quedaba a la pequeña bebé era ir a un orfanato y esperar encontrar una familia.
Después de unas cuantas llamadas y uno que otro papeleo, llegó una trabajadora social que se encargó de llevar a la desafortunada bebé al orfanato de aquella prefectura de Japón. Las mujeres encargadas de aquel lugar recibieron a la bebé, sintiendo lástima por qué una criatura tan hermosa terminará sola.
Una de las mujeres (de ojos azules, cabellos rojizos, figura delgada y pequeña), llamada Mei Morimoto, tomó a la niña en brazos y le dió un delicado beso en la frente. La pequeña sonrió, desde que nació por fin se sintió segura, como si ese beso le dijera "no tendrás que estar sola". Los claros ojos de Mei le hacían una suave problema de que todo estaría bien. Si tan solo hubiera sabido lo que pasaría con esa niña, nunca la hubiera mirado.
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Ojos De Cristal (BNHA fanfic)
ActionLos ojos son las puertas al alma, pero que pasa si esas puertas siempre están cerradas. Condenada desde pequeña, repudiada por quienes la rodeaban, Morimoto Katsumi aprendió que estaba completamente sola en el mundo. Cuando ella nació, su madre muri...