De colores y sabores la eternidad. De reinos y de vuelos no hay otro lugar igual que el de las mariposas, seres frágiles de la grandeza natural, del santuario de Sian y de sus secretos, donde cuelgan capullos eternos, de adentro a fuera del mundo, de magia conspirativa e intelectual. Ellas van volando, siempre aterrizan sobre ellos, de ellos penden, de sus memorias cuelgan, de su sargazo infantil el encuentro. Sian de ázimo y sus mariposas que le levantan el vestido, que le elevan el cabello. De los misterios el brillo de tus ojos, de sus sabores el de tus labios, de sus colores el de tu piel.
Y ahora que ya no hay secretos y ahora que ya no hay palabras. Las mariposas aun vuelan sobre mi cabeza, ellas cubren mis manos y las tapizan como bellos guantes alados. Y las elevan hasta el universo. Solo ellas me llevan lejos de este mundo. son mis globos aerostáticos. solo las miro entre dormida, las miro revolotear en mis pestañas. Las miro posarse en mis letras, en mis libros abiertos, en mi dormitorio en un techo peculiar, en un techo sin dinteles o ventanas. solo el olivo refresca mi olvido y mi memoria se llena de capullos, que llegan a rehacerme, que llegan a fecundar mi existencia.
Y así, Sian de Ázimo se pasea entre sueños. Muerde con sus dientes una pequeña pajita de trigo, la masca hasta calmar las ansias, cierra sus ojos, se levanta y baila en la hierba fresca de sus ensoñaciones alucinatorias, mueve sus alas se despeina el cabello, se desliza entre las hojas, se convierte en hada, se vuelve entuerto de enamorados, cura el mal de ojo, salva las fotos de los viejos, adorna sus orejas con pequeñas flores de hortensias, se seca el pelo con gotas de rubís, y en las noches como esta suele señalar con un palito el rio que mañana seguirá su destino hacia su ocaso final. Sin temor ella revoloteando por las farolas, sigue la vida de las mariposas que en ese ser de orugas tejen la eterna espera para un día poder volar.