Parte única.

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Había caído la noche. Y la luna y las estrellas ya estaba en el oscuro cielo, alumbrando las calles con su luz plateada. Era viernes, por suerte. Shouto llegaba de trabajar con el morral al hombro y las ganas de dormir toda una vida colgándole de los párpados. Se dejó caer en el sofá boca abajo, soltando un bufido que destensó los músculos de su espalda tan sólo un poco.

Su pareja se asomó por una de las tantas puertas de la casa. Se había subido los lentes a la cabeza y tenía una lapicera azul detrás de la oreja. No fue una sorpresa que se le sentara a un lado y le acariciara el cabello, como solían consentirse cuando llegaban del trabajo demasiado exhaustos.

—¿Cómo te fue? —le preguntó; su voz demasiado tranquila para ser de él.

—¿Nunca te has puesto a pensar... —hizo una pausa para darse vuelta boca arriba— que somos de los pocos afortunados? Lo tenemos todo.

—Ser policía es un trabajo difícil. Necesitas fortaleza. Tú la tienes.

—No estoy seguro de eso en momentos como estos.

La mirada de Katsuki se ablandó mientras lo observaba.

—¿Qué viste hoy?

—Gente viviendo en situaciones deplorables, ni te imaginas. Tuve un nudo en la garganta todo el día —soltó un suspiro, llevándose la mano a la frente para apartar el cabello que le molestaba. —Habían niños. Bebés. Todos ellos bajo un mismo techo que no les aguantaría un ciclón. Piensa en los padres no teniendo forma de alimentarlos, joder.

—Es una realidad horrible. La realidad es horrible —apretó los labios. —Pero puedes hacer un cambio, todos podemos.

—¿Cómo? Ni siquiera sé cuidarme a mí mismo.

—Si tú ofreces ayuda, otra persona lo verá y también lo hará. Por eso eres el mejor oficial de Japón, ¿o no?

—No sé si el mejor...

—Lo eres, imbécil.

Una sonrisa cansada se dibujó en los labios de Shouto.

Fue cuando los brazos de Katsuki lo envolvieron que se sintió mejor, porque era en momentos así que más lo necesitaba y él estaba. Y siempre estaría, o eso esperaba. Eso deseaba, porque no sabía qué haría si lo arrebataran de su lado.

Se acostaron juntos en el sofá, con las piernas entrelazadas. Él estaba apoyado sobre su pecho, mirándolo a los ojos. Y sus dedos recorrían cada rincón de su rostro, delineando las delicadas facciones y aquella quemadura en forma de charco que decoraba su lado derecho. Lo hacía con tanta delicadeza, con un amor tan poco característico de él, que Shouto no podía evitar temblar de emoción bajo el tacto.

Le peinó las cejas con el dedo índice, arrebatándole una risa ahogada. Luego las caricias se movieron rápidamente hasta su cabello.

—No sé cómo siempre logras hacerme sentir tan bien.

—Quiero verte feliz, Shouto —se reincorporó.

—¿A dónde vas?

—Tranquilo, tonto —sonrió de lado. —Iré a prepararte un té. No tardo, así que no me extrañes.

Mas le fue imposible seguir avanzando, consecuencia de la mano jalándolo por la muñeca. Cayó una vez más sentado sobre el sofá. Los labios de Shouto atraparon los suyos y le concedió ese pequeño capricho. Y el final fue un roce que provocó un vuelco en el estómago de ambos, que les arrebató un suspiro.

—Eres el mejor novio del mundo, ¿lo sabías?

—Claro que sí.

Y se marchó de allí, guiñándole un ojo. Shouto lo vio desaparecer detrás de la pared que separaba la sala y la cocina, y no pudo evitar volver a sonreír mientras miraba el techo.

×××

+/ en la canción que está en multimedia me inspiré para escribir este drabble. no llegó a ser como yo esperaba, pero algo es algo.

y escribir a estos dos es demasiado difícil :(

es que hoy me siento débil ; todobakuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora