wrong feelings; hyunin

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Esa noche ninguno la olvidó. Hyunjin no recuerda cuántas lágrimas derramó con esa escena en mente la noche siguiente, y la siguiente, y la siguiente, y así mil noches más. Sin darse cuenta, un año había pasado. Por meses, Jeongin intentó buscarlo en los recesos, yendo a su casa, sin obtener respuesta en ninguna ocasión. Hyunjin se cambió de escuela, pero jamás logró olvidarlo. La imagen de la sonrisa del pequeño lo angustiaba todo el tiempo, aunque trataba de evitar a Yang a toda costa, su recuerdo no quería irse.

Jeongin tampoco pudo seguir. Sin saberlo, se enamoró incluso cuando no lo veía. Se enamoró de sus recuerdos de Hwang, de la sonrisa grabada en su memoria, de lo increíble de su forma de ser. El mayor no tenía idea de que aparecía en la memoria de el hombre de quién se había enamorado cada noche cuando iba a dormir, acompañado de una lágrima.

Un día nublado, en el que todo el mundo parecía estar triste, Hyunjin decidió ir por un café. Cuando llegó, pidió lo más sencillo que había y se sentó. Recordó cuando Jeongin le decía cuánto amaba el café y la lluvia, y mucho más si era con él. Una lágrima rodó por su mejilla, mientras se preguntaba si ahora su pequeño era feliz, porque eso era lo que más deseaba, incluso cuando estaba en una profunda tristeza de la que no parecía poder salir.

De repente, sintió caricias en su cabello. Ni siquiera se atrevió a ver quién era y lloró mas fuerte, sollozando. Sentía su corazón despedazarse cada vez que recordaba a Jeongin, su alma pesaba cada día más.

Pero decidió mirar al dueño de las manos que intentaban consolarlo y solo aumentó su llanto.

Vio a un Yang Jeongin aún más precioso de lo que recordaba, con el cabello ahora rubio, sin brackets y con la sonrisa que lo curó incontables veces. Lo abrazó sin pensar, mientras seguía derramando lágrimas que no podía contener, mientras murmuraba suaves "Te extrañé, dime que este no es otro sueño". El rubio lo separó, mirando sus ojos rojizos mientras sonreía, entonces acercó a su boca a los carnosos labios ajenos que extrañó. No fue un beso como el de aquella fiesta que no querían recordar, sino uno dulce, que prometía amor y felicidad. Tenían tanto que decirse, tanto que llorar, tanto que amarse, tanto que vivir.

No, no eran sentimientos equivocados.

TARDE MIL AÑOS PERDONENMW