No entiendo cómo llegué al hospital. Paredes blancas, sábanas azules y cortinas moviéndose al ritmo del aire. Yo vivo sola, mis padres murieron en un accidente automovilístico, no sé por qué no me llevaron hacia una nueva familia como lo hicieron con mi hermano, ¿Quizá porque a mis 16 ya soy alguien mayor?, no lo sé, igual estoy muy cansada para saber acerca de ese vacío legal. La enfermera entra a la habitación y se sitúa en mi derecha (donde hay menos máquinas), me sonríe de tal forma que parece falsa.
Enfermera: ¡Oh! Ya despertaste – Dice de una manera dulce – ¿Cómo te sientes?
!!!: Bien... bien, ¿qué me ocurrió? – No logro entender nada–.
Enfermera: Señorita Diana – Va hacia la repisa, toma un espejo y me lo acerca. Veo mi reflejo, una chica delgada, cabello como paja, ojeras prominentes tal agujero negro en esa mirada, labios agrietados y tez pálida – Usted sufrió un desmayo debido a su falta de alimentación y deshidratación, es un milagro que esté despierta.
Diana: Hm... entiendo – Dije algo preocupada, sin embargo, mi rostro no podía mostrar ninguna expresión por mi estado actual–.
Enfermera: Bueno, le traeré el desayuno, y de paso dejaré que, entre su esposo, que está súper preocupado por usted – Antes de que pudiese decir algo, ella ya se había ido –.
¿Esposo? ¡Yo no tengo esposo! ¿Quién será tal mentiroso que anda calumniando por ahí?
De repente un chico se asoma a la puerta, este chico no es tan alto, es un poco más pálido que yo, su cabello es ondulado y negro, lleva una sudadera negra con rosas rojas como estampado a su derecha, unos jeans y unas converse rojas.
???: ¡Diana! Por fin te veo – Dice tomando mi mano donde está el suero. Qué nervios. – Te dije que debías comer más mientras me iba a trabajar a Santiago – La enfermera entra con una gelatina y un jugo - ¿Cuándo le darán el alta?
Enfermera: Oh, le darán el alta en una semana, pero si todo va bien será en unos tres días. ¿Algo más? – El chico cuyo nombre desconozco niega con la cabeza a lo que la enfermera acto seguido sale de la habitación –.
Diana: ¿Quién eres? Y ¿Cómo mierda sabes mi nombre? – Dije molesta, nuevamente sin que se me notase–.
???: Soy Zack, tu esposo ¿No recuerdas? – Dice viéndome seriamente a los ojos –.
Diana: ¿Cómo puedes ser tú mi esposo? ¡Tengo sólo dieciséis!
Zack: Okay, no soy tu esposo – Dice apretando mi mano fuertemente, y mira a la ventana algo desganado – Soy Zack, tengo diecisiete años y te seré sincero, ¿Sí? – Se pone nervioso y me mira – Te he estado observando – Me altero dando un pequeño salto – Tranquila, tranquila, no fue para hacerte daño ni nada, sólo creí que decirle a los doctores que soy tu esposo sería un buen método para poder hablar – Ríe y deja de apretar mi mano, esta vez la acaricia, se le nota un poco sonrojado por lo que mira al suelo – Sólo eso – Pone una mano en su cabeza y me mira –.
Prefiero no decir nada y que él se dé cuenta de su estupidez. Veo mi gelatina y la intento tomar. No puedo, estoy muy débil (sin contar el dolor que me dejó al apretar mi mano). Zack se da cuenta de eso, por lo que me acerca la gelatina.
Diana: Gracias Zack – Dije y él empieza a darme de comer como si yo fuera un bebé, un estúpido bebé sin conocimiento de nada – No lo veo necesario, ya mucho tengo con alguien mentiroso – Zack me queda mirando, agacha la cabeza sin dejar de mirarme, el brillo se va de sus ojos, y se nota que sus dientes se juntan como si tuviese bruxismo, que horror. Mis ojos se abren, estoy tan vulnerable, quizá estoy siendo perseguida, para ser sincera me cuesta confiar, me han fallado, he perdido de todo... No es momento de contar estas cosas, me haces sentir triste. Oh no, cayó una lágrima por mi mejilla. Zack al verme cambia rápidamente de actitud –.
Zack: Discúlpame, te lo pido, exageré todo, perdón, sólo quería ayudar – Suspiro y lo miro de pies a cabeza –.
Diana: Está bien, como sea -dije con dificultad-.
Pasaron cuatro días donde me he estado recuperando y he conocido más a Zack. Me dieron el alta. Zack me pregunta si tengo un lugar donde vivir. Busco las llaves de mi casa. No las encuentro, que miedo. "No" respondí. Es increíble que mis llaves hayan desaparecido por sí solas, ahora ¿Qué me queda? Zack se volvió mi ángel, me ofrece quedarme en su casa, al principio le dije que no, que no se preocupara, que me las arreglaría sola, pero al parecer es notoria la angustia que tengo por no saber ni donde estoy ni donde están mis llaves, así que en cuanto él me lo volvió ofrecer, accedí. Es la primera vez que me ocurre algo como esto, espero que sea lo correcto.
La paranoia es una forma de consciencia, y la consciencia es una forma de amor
-Charles Manson
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Acosador
Mystery / ThrillerNo entiendo cómo llegué al hospital. Paredes blancas, sábanas azules y cortinas moviéndose al ritmo del aire. Yo vivo sola, mis padres murieron en un accidente automovilístico, no sé por qué no me llevaron hacia una nueva familia como lo hicieron co...