Desde aquí te miraré

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-Veo que has venido de nuevo, eso es bueno, sí, siempre es bueno que venga alguien. Más aún si está dispuesto a estar conmigo. Lamento mi cuarto desordenado, espérame, te traigo en seguida una taza de café.

Vi el cuarto del anciano, papel mural desgarrado y cubierto de algo que parecía ser sangre, huellas de barro seco por todo el piso, y una barata lámpara adornaba una mesa que se encontraba con mis piernas. Sería dificil, pensé, aquel hombre podría descubrir mis intenciones, matarlo, degollarlo, despellejarlo, desangrarlo, en fin. Aparenté una fría indiferencia cuando el anciano trajo dos tazas de té algo sucias, y viejas por el estado en el que se encontraban, sacó una lata plateada de su gabardina y una cuchara. Mientras sacaba el café del recipiente me miraba con suma astucia, sospechaba algo.

Tomé un tenedor que había en la mesa rápidamente y se lo clavé en su ojo, el alarido que despidió el hombre fue espeluzntante, pero me llenó de energía para seguir, le saqué el instrumento de su órbita y me dispuse a clavárselo rápidamente en el pecho y la cara, repetidas veces, ah la sangre, el aroma metálico del soma rojo, ¡Que vida la mía, que placer!, de pronto, escuché un largo silencio, el anciano había muerto. Otra comida más, pensé...

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⏰ Última actualización: Oct 09, 2014 ⏰

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