Ese día debió haber acabado todo, ese día era la muerte de aquel bastardo traidor que había traído tanto sufrimiento a un mundo entero, pero esa rata era inteligente como el solo y un bastardo en toda regla. Cuando su muerte debió estar más que asegurada, un ejército entero rodeó a la pequeña resistencia que era la designada a acabar con el que hizo imposible la alianza entre los humanos y los Demonios, por quien los cuatro Héroes invocados debieron ser invocados y el principal causante de la muerte de uno de ellos, poco o nada sabían ellos que ese día una nueva perdida ocurriría
—¡¡He dicho que se vayan por una Mierda!!— Aquellas palabras sorprendieron tanto al príncipe Heredero como a los dos restantes héroes invocados, mientras este tercer Héroe invocado mantenía alzada con fiereza una barrera contra de sus Enemigos: Sus brazos estaban rotos, un ojo había estallado por culpa de roce de una espada, su cuerpo estaba sosteniendo una infinidad de flechas sobre su espalda, una lanza atravesaba de lado a lado una de las piernas de este, pero él se mantenía y se negaba a dejar pasar a ese ejército de demonios. El sentía como alguien lo trataba de jalar, su pequeño y querido hermano, quien le había traído tantas sonrisas no quería perderlo, como es normal con una tan buena relación, pero esa situación ya no se podía evitar...
—Yo estoy medio muerto...— Aquellas palabras hicieron que el más joven de los Héroes soltara a su hermano, teniendo los ojos abiertos con horror y odio, una impotencia clara se apoderaba de este
—Les queda Mana suficiente solo para Salir ustedes tres de aquí...y estos caballeros están luchando hasta el fina...¿Dejarán que nuestro último esfuerzo sea en vano?— El héroe volteó a ver a quienes ya consideraba más que amigos del alma, sino que como hermanos de otra madre, junto al que si era el hermano de su propia sangre, el cual quería correr y abrazarle, no quería dejarle ir, no ahora que ya estaban tan cerca de volver a su hogar y más importante: de vengar la muerte de la cuarta Heroina, quien era Novia y futura esposa del Héroe que ahora disponía su vida por los suyos. Este sonrió ampliamente y mostró aquella actitud de hombre adulto que lo caracterizaba y dejó salir un último suspiro
—Ustedes deben vivir y hacer lo que yo no...— Esto agarro por sorpresa al Príncipe Heredero y a los dos Héroes, quienes estaban a punto de agarrarlo y detenerlo, pero este mismo sacó fuerzas de donde no las había, alzando sus brazos y empujando a sus únicas últimas tres personas queridas, mientras la maga del grupo los tocaba y los teletransportaba lejos de ese escenario, dedicándole una última mirada al Héroe que se quedaba, quien le dedicó una sonrisa dolida
Los Caballeros restantes esperaban a que el escudo cediera, viendo a aquellos demonios que atacaban con odio y desprecio, solo para que los caballeros solo escucharan al último Héroe que les acompañaría
—¡Escuchen soldados!— Todos se pusieron firmes, el cansancio era notorio y el dolor claro, pero la determinación brillaba como flamas no solo en sus ojos, sino que igualmente en sus corazones
—¡Este es un viaje de no retorno directo al pútrido Infranundo! ¡Nadie tiene permitido morir hasta que sus piernas no les den más! ¡Ataquen Hasta con uñas y dientes! ¡No permitan que estos bastardos lleguen a nuestros seres queridos!— Grito el último Héroe con fuerza, dejándose la garganta para recibir la sonrisa aguerrida y arrojada de todos los presentes quienes firmemente alzaron sus Armas en medio de un potente grito afirmativo
—¡¡¡Enseñémosle a estos demonios que con Nosotros no se juega!!!— y de golpe el escudo que el Héroe estaba manteniendo alrededor de ellos se expandió alejando a todos los demonios, quienes sorprendidos fueron incapaces de reaccionar ante los ataques de esos humanos, quienes en cada ataque mataban a decenas de sus enemigos, con sus ojos brillando en poder y determinación, sacando hasta la última migaja de poder de donde no podían. Pronto el mismo Héroe les acompañó, Tomando su confiable espadón de casi dos metros de largo y su poderoso escudo tras curar parcialmente sus brazos, la resistencia que estos ofrecían era casi Espartana, bloqueando los ataques enemigos con poderosos escudos, ocupando sus poderosas Armas imbuidas en pedazos de sus propias almas para azotar al poderoso ejército de demonios que amenazaba con azotar su Pais y la tierra que les brindó su compasión: uno de los Semi Gigantes que estaba en la tripa del héroe movía su poderosa hacha de batalla para mandar a volar a cuantos demonios podía, sin importarme cuánto le dañaran, cuanto el fuego del mismo purgatorio estaba incinerando sus pies, su espíritu de lucha le mandaba a pelear al lado de sus valerosos compañeros bajo el mandato de aquel héroe, quien tras curarse un poco volvía a parecer un poderoso guerrero, repeliendo diversas embestidas de enemigos ahora que sus brazos, pierna y espada estaban mejor, pareciendo que jamás se le cabaña la Estamina: pero todos sabían que esta no era una misión de la que volverían, por lo que daban hasta el último trazo de poder que podían.