Dance To This

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"Ambición joven 
Decimos que iremos lento, pero nunca lo hacemos 
Premonición 
Me veo pasando cada noche contigo 

Oh, sí, bajo las luces de la cocina 
Tú sigues brillando como dinamita..." 
—Troye Sivan, Ariana Grande


En un principio, la idea de salir con algunos de sus compañeros de carrera le pareció buena. Para Kagome, sonaba como la oportunidad perfecta para relacionarse debidamente con esas personas siempre ocupadas y que no invertían tanta energía en ser amistosos porque ya contaban con un círculo cercano a ese punto del semestre. Ella no estaba necesitada de amigos, sólo quería integrarse de una forma que creara un ambiente agradable en sus ya de por sí pesadas clases. Si llegaba a conocer a una persona simpática lo tomaría como un extra bastante afortunado.

En esa situación —dentro de una casa llena de gente cuyas conversaciones subían de volumen conforme más bebían— se conformaba con alguien medianamente en sus cabales, cuyo objetivo no fuese ligar con ella o payasear.

«Hubiera dicho que estaba muy ocupada», se reprendió mentalmente por no predecir que el descontrol sería el destino inevitable de su supuesta reunión inocente formada por un grupo de universitarios en una casa compartida de estudiantes, más de la mitad de ellos con la edad legal para beber alcohol y un burbujeante deseo de deshacerse, aunque fuese por una noche, del estrés que arrastraban por todas partes.

En el momento en el que los otros inquilinos que no estaban relacionados con su carrera —y ni siquiera escuela— llamaron a algunos de sus conocidos en lugar de enfadarse, Kagome se convenció de la utilidad de las mentiras blancas y la necesidad de la creación de una máquina del tiempo que socorriera en esa especie de problemas.

Se sintió agotada a escasa hora de sumergirse en conversaciones ajenas que supuestamente trataban de ser discretas, uno que otro empujón y la asfixia social que era el no conocer verdaderamente a alguien. Por ello, su corazón saltó al distinguir el timbre de un celular a su lado.

—Disculpa. Tengo que contestar —Suikotsu tuvo la gentileza de avisarle que se retiraría.

Su educación pasó por alto el hecho de que su charla superficial había muerto hacía varios minutos, en los cuales se limitaron a compartir asiento en un sillón que alguien había puesto en un balcón —otra señal innegable. ¿Qué persona normal hacía eso?—. Contemplar a la gente transitando por la calle directo a la diversión que encontrarían en un local, o aquella que se dirigía a la estación de tren que quedaba a una cuadra, les daba la una excusa que, si bien era débil, servía para no tener que hablarse.

—No hay problema —ella le dijo, pese a no estar segura de que él pudiera escucharla y, al final de cuentas, sí consideraba que había un problema.

Que su silencioso y para nada invasivo acompañante se fuera a otra parte le daba la bienvenida a cosas más incómodas.

Kagome se levantó del sillón luego de percatarse de que uno de los habitantes de la casa caminaba hacia su dirección, bastante dispuesto a ocupar el asiento vacío. Ella lo esquivó con su celular en la mano y, en la otra, una botella con sabor afrutado que escogió al azar para no quedar atrapada entre la multitud desesperada y hambrienta. Esa misma acción la hizo tomar igualmente una lata que llevaba bajo el brazo izquierdo.

Con su zona segura arruinada, caminó por el pasillo mientras le enviaba un nuevo mensaje a Sango. Con sólo dar unos pasos, tuvo que disculparse con una pareja amorosa con la que chocó a causa de su táctica de evasión del exterior con la pantalla de su aparato. La chica puso una mueca desagradable, pero siguió con su camino luego de que su novio la tomara de nuevo de la mano.

Dance To ThisWhere stories live. Discover now