Capítulo 1
El ruido de los pasos al correr era amortiguado por la nieve.
Sabía que disponían de muy poco tiempo antes de que él regresara y se diera cuenta de que habían conseguido deshacerse de las ligaduras y huir. Necesitaba algún lugar en el que protegerse, ponerse a cubierto y poder pasar desapercibidas.
¡¿Pero dónde?! Aquel enorme lugar estaba abarrotado de arbustos, árboles y era su hogar… Había sido su escondite ves a saber desde cuándo y Lea estaba segura de que lo conocía como la palma de su mano incluso a oscuras, como en aquel momento.
Cogiendo a la cría por debajo de los hombros, casi a la altura de la cintura intentó acelerar aún más y poner toda la distancia posible entre ellas y aquel macabro y aterrador lugar en el que ambas habían estado encerradas, presas de un loco que se guiaba por la sed de sangre y de venganza, pero una rama cubierta de el gran polvo blanco y frio hizo que tropezaran.—Mierda…—Susurró la detective Mayo a pesar de que lo que quería era aullar de dolor por haberse torcido el tobillo. Se mordía la lengua para aguantar el intenso dolor que cruzaba toda su extremidad e hizo nimio caso a este para seguir corriendo y alejar a Ann de allí.
Involuntariamente no cesaba de mirar hacia atrás, aunque
se había propuesto no hacerlo ni una sola vez. Debía mirar hacia adelante, solo hacía adelante; y encontrar un lugar donde poder refugiarse. Un lugar donde conseguir pasar la noche o por lo menos el tiempo necesario para que él se alejara de ellas lo suficiente; que esto les permitiera coger algún otro camino que las llevara lejos de allí.En la profunda oscuridad de la noche en aquellas montañas, arrecidas de frio y cerca de que la pequeña llegara al punto de no poder continuar huyendo, Lea vio algo…
Un ápice de esperanza se comenzó a abrir en su corazón y una especie de sonrisa muy leve, algo que no se podía considerar siquiera como gesto, se pareció dibujar en su pálido y congelado rostro.
—No hables… —su voz apenas era audible inclusive en el silencio que allí reinaba —Creo que encontré donde escondernos hasta que hayamos podido descansar…Anna Wyse, débilmente, movía la cabeza en lo que intento fuera un gesto afirmativo que diera a entender a Lea que la había escuchado y entendido, pero fue tan imperceptible que a la detective le pasó inadvertido.
La detective necesitaba parar un momento. Lo necesitaba realmente…
El dolor de su tobillo, junto con el frio de sus pies solo cubiertos por unos calcetines, al haberle entregado sus botas a la niña que estaba completamente descalza, era ya tan insoportable como si una bala hubiera atravesado su abdomen. Ella conocía esa sensación y el dolor que sentía, lo había vivido en sus propias carnes, y estaba segura de que, ahora a pesar de que entonces estuvo entre la vida y la muerte, prefería mil veces aquel momento al que ahora estaba viviendo.
Jamás había estado tan asustada…
Ya no solo por ella sino también porque si no podía salvar a Anna todo aquello, todo su pasado, su vida y su futuro ya no tendrían un sentido, un porque…
Debía conseguir vencer y no ser vencida.
En medio de la penumbra y de la nieve guio a la niña al lugar que había divisado.
Para nada estaba resguardado y sabía que no podrían mantenerse allí por mucho tiempo, el frio las vencería, las dormiría y les bajaría la temperatura hasta el punto de matarlas, pero sería solo un rato…—Por favor solo será un rato…—se dijo interiormente. Necesitaba parar, el dolor de su pierna…Si no descansaba, si no lo calmaba se retrasarían, las atraparía… —Por favor solo un rato —se volvió a decir mientras levantaba la vista al cielo, rezándole a algo en lo que ella jamás había creído pero que esperaba que a pesar de todo fuera verdad que estaba ahí. Algo que no podía permitir que aquella pobre niña terminara como las otras o incluso peor, solo por ser quien era...
Agazapadas miró en la dirección por la que habían venido y logró distinguir las marcas de las pisadas de ambas en la nieve.
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El Coleccionista De Muñecas
HorrorDesaparecen sin dejar rastro para luego aparecer torturadas y terriblemente asesinadas. El que sean niñas le trae sin cuidado, no tiene piedad. En Beacon Hill, Boston, una serie de asesinatos, que ya dejaron huella en el pasado, vuelven con mas fu...