Plena temporada de invierno en la capital de Escocia, Edimburgo. El celeste esta totalmente anubarrado y no se logra observar ninguna probabilidad de un rayo de luz.
Él, intranquilo, termina de acomodar por quinta vez el corbatín negruzco que lleva puesto,corbatín el cual se acopla perfectamente con su reciente smoking planchado. Su hermano, de pie a su lado izquierdo, golpea de manera sutil su espalda baja expresando de forma no verbal lo orgulloso que se encontraba de él en ese instante.
Ella ,en el dormitorio opuesto al de él , se encuentra rodeada de 6 parlanchinas doncellas que le ofrecen su asistencia para desplegar el cierre en la espalda de su voluptuoso vestido blanco. Él y ella, eran dos jóvenes veinteañeros que estaban a dos horas de contraer matrimonio. Se conocían desde que eran dos pequeños de 6 años, fueron compañeros de colegio y en la universidad. Ambos tenían un hijo en común, un pequeño de ojos marrones.
De manera desesperada, una mujer pequeña de cabello lacio oscuro sale precipitadamente por la entrada de la habitación de ella manifestando que había descuidado el calzado de la joven de vestido blanco en la lavandería, dejando sin darse cuenta la puerta entreabierta de la habitación.Fue entonces, cuando el pequeño de ojos marrones observó al final del corredor una cuentecilla rodar a lo largo del pasillo.
Inocentemente va detrás de esta saliendo de la habitación sin que ningún ser se diera cuenta de su ausencia. Con solo unos pocos pasos, logra observar una habitación donde escucha caer a lo que parecían ser unas escaleras aquella cuentecilla. Se adentra, y seguido , la puerta se cierra de golpe.Ella, mientras observa su fino rostro en el enorme espejo del cuarto en donde se encontraba, se da cuenta de que su pequeño no estaba, por lo que comienza a rastrearle.
Al llegar casi al final del pasillo, un profundo frío recorre su espalda. Estupefacta queda al percibir unas carcajadas venir de un cuarto pequeño cercano, abre la entrada lentamente, intuye que algo anda mal. Allí estaba en la oscuridad, dentro de un armario sin profundidad, un cuarto sin escaleras, con la cuentecilla en sus manos el pequeño de ojos azules."Limitador y beneficioso por igual, ha sido culpable de guerras y a la vez inspirador de arte. El miedo. "