MALTRATO MUTUO: Versión Relato Corto (2018)

MALTRATO MUTUO: El Relato Corto (2018). Parte 2

SEGUNDA PARTE:

EL DESENLACE

ESCENA 3:

EL DÍA CLAVE DE BRENDA

Corrían las cuatro y media de la tarde del sábado. Contra la voluntad de su marido Perico, pero permitiéndoselo al recordar éste que para no meterse en líos debía darle algo de libertad y no tener celos de ella, Brenda se disponía a salir, por lo que telefoneó a Guille.

El entrenador personal esperaba en una pastelería del Centro Histórico, donde merendó con Brenda mientras poco a poco iba conociendo sobre su actual rutina y ambos se ponían al día, después la invitó a tomar un cóctel en el Boqueronia's Pub, un elegante bar del centro con luces de ambiente, sillones y mesas de diseño y actuaciones en directo de varias canciones cada dos horas.

Brenda confesó que no seguía el fútbol, incluso lo aborrecía debido a la desatención que su marido había causado en su hogar por estar más pendiente de ver partidos que del bienestar de su familia, a lo que Guille comentó que el fútbol practicado era un deporte maravilloso, pero consumido no tanto, incluso crispaba los ambientes, ella según él, merecía una vida mejor con otro hombre, y conocer la parte buena del fútbol.

Este le contaba que le apodaban El guerrero del área junto con su nombre, en el último año, el locutor del estadio le había puesto el mote de "Willy Warrior", lo que en castellano venía a ser "Guillermo el Guerrero".

Acabaron su rato en el Boqueronia's Pub, antes de irse, Brenda vio dos llamadas perdidas que ignoró al estar tan entusiasmada en compañía de Guillermo, éste preguntó a Brenda si deseaba que la acompañara a casa, ésta, viendo que en el reloj apenas marcaban las nueve de la noche, declinó el ofrecimiento, y ofreció, y propuso a Guille cenar juntos si él quería, bien en un restaurante o bien en su casa, preparándole de paso una cena de su especialidad. Guille aceptó.

Al llegar a casa de Guille, un bonito apartamento en un ático de sesenta metros cuadrados en las afueras de su barrio, ésta le preparó una lubina al horno aprovechando varios alimentos que el futbolista y monitor de gimnasio tenía en casa, y habiendo comprado otros en un bazar próximo a la vivienda, apenas una hora después cenaron con un vaso de Rioja.

De ambiente sonaba un CD de música chill out que Guille había reproducido en su mini-cadena, asegurando que ésta era la música que solía escuchar en casa para meditar varias veces a la semana.

Guille hubiese querido seguir hablando a Brenda sobre muchos más temas, pero ésta, al ver el reloj, le interrumpió descaradamente con un beso en la mejilla. Al preguntarle éste si se encontraba bien, ella afirmó no haberse encontrado mejor en muchos meses e incluso años, y pidió que le dejara hacer algo atrevido, consistente en un beso con lengua, a lo que Guille accedió con mucho gusto.

El beso duró más de treinta segundos, después, ambos pararon para respirar un poco, Guille no quiso seguir sin antes cerciorarse. Fiel a su personalidad alfa, rol con el que cumplía cada vez que podría, preguntó si estaba segura de lo que había. Brenda, dándose algo de aire con la mano a modo de abanico, dijo que sí.

Apenas un minuto después, ésta colocó sus manos sobre la derecha de Guille, y costándole trabajo articular palabra, pero atreviéndose a decirlo poco después, animada y tranquilizada por el futbolista y monitor de gimnasio, preguntó, no sin tartamudear, si quería ir con ella a la cama. Guille, algo incrédulo pero motivado, aceptó.

El reloj del salón marcaba las once de la noche, Guille había emplazado a Brenda a esperar un momento mientras se ponía algo más cómodo y traía una luz tenue roja, no disimuló su asombro con ella, cuando a los dos minutos de volver al cuarto, con la luz ambiente, vio a Brenda con su falda bajada y desabrochándose la camisa con encaje que había estrenado para la ocasión. Al verle aparecer, ésta sonrió, y Guille no tardo en enchufar la lámpara para ocasiones especiales; de fondo seguía sonando música chill out.