primera nota

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Llevaba alrededor de cuatro horas de caminata. Le gustaba recorrer las costas hasta alejarse completamente de las zonas concurridas. Disfrutaba de la soledad y el tranquilo sonido de las olas rompiendo contra las rocas.
Solo faltaban un par de horas para que empezara a caer la noche así que decidió emprender el regreso, pero una suave melodía empezó a invadir sus oídos. Sorprendido y curioso por saber su origen camino siguiendo lo que a medida que avanzaba reconoció como un canto. Sin considerar mucho que se adentraba en la zona de acantilados y empezaba a circular por peligrosas formaciones rocosas continuo hasta encontrar un conjunto de piedras y en medio de aquellas que se encontraban más adentradas al agua pudo distinguir la figura de un joven de cabello castaños quien se encontraba sentado observando el oleaje. Paso a paso trato de acercarse lo más posible al muchacho quien era el que entonaba aquellas agradables notas, quería tenerlo entre sus brazos, queria ser el único que disfrutara de esa voz, de esa persona.
Empezaba a desesperarse porque ya no podía darle alcance pues no encontraba un camino que lo dejara junto a ese ángel. Cuando empezaba a considerar en arriesgarse entre los riscos el muchacho giro un poco su cuerpo para poder observarle mientras finalizaba su melodía. una mirada entre miel y ámbar, una delicada sonrisa y una encantadora vos fueron dirigidas al hombre de cabellos claros:

- parece que te gusto mi melodía- su interlocutor solo confirmo la afirmación con un rápido movimiento de cabeza. - eso me hace muy feliz, la mayoría evita esta zona por lo que me he sentido muy solo. ¿Crees que podrías hacerme compañía esta noche? -

El hombre no tenía que pensar su respuesta, esa noche la siguiente y el resto de su vida le haría compañía a esa belleza. - por supuesto me encantaría pasar el tiempo a tu lado. -

-Entonces ¿qué tal si me esperas en la cueva que se encuentra más adelante? Yo te alcanzare enseguida solo debo recoger mis cosas-

Tan embelesado estaba que sin cuestionar nada más se apartó de allí encaminándose hacia donde le había indicado el hermoso ángel.

El castaño lo observo marchar y adentrarse en aquella gruta. Cuando ya no fue capaz de ver la figura de aquel sujeto volvió a acomodarse en aquella piedra observando como el sol se hundía en el horizonte. Cuando ya el astro se había ocultado casi por completo considero que era hora de regresar. Tomando un fuerte impulso se lanzó al agua y con gran agilidad se fue acercando a la orilla. Mientras se acercaba, el colgante que llevaba comenzó a brillar en resonancia con las escamas que recubrían su parte inferior desapareciendo aquella cola de pez y dando paso a unas torneadas y acaneladas piernas. Sin mucho apuro se arregló y encamino hacia aquella caverna. Ya en la entrada rozo con sus dedos una gema que había incrustado hace un tiempo en la roca mientras entonaba un par de notas. Las sombras que cubrían el lugar se fueron disipando a medida que varias gemas similares la que había tocado reaccionaban a su voz y emitían una suave luz que le permitía avanzar sin inconvenientes. Con calma se fue adentrando en la cueva. En una de las zonas más profundas se encontró con aquel hombre de claros cabellos al que había visto esa tarde, aunque con algunas diferencias, pues su rostro que habia estado algo tostado por el sol ya no mostraba aquella devoción que sintió al oírlo cantar, sino que ahora, tan blanco como un papel demostraba un profundo miedo y dolor, su mirada que antes habían tenido una llama de lujuria ante la promesa de una agradable noche, ahora estaba fijamente perdida en algún punto de la rocosa pared. Una de sus piernas se encontraba en un ángulo extraño al igual que uno de sus brazos, mostrando el origen del dolor que expresaba aquel cuerpo sin vida.

Sin darle mayor importancia al cadáver, paso junto a él y se dirigió o tomar unas golosinas de uno de los bolsos de viaje.

Mientras habría el paquete de galletas pregunto en vos suave:

- ¿Qué tal estuvo esta vez Reborn? - apenas había iniciado la pregunta cuando su cintura ya se encontraba rodeado de unos firmes brazos.

- Tenía un mejor sabor que el anterior y al menos me entretuve un poco con sus intentos de huida, pero dudo que alguna vez encontremos a alguien con un sabor que se acerque al tuyo. Nadie jamás lograría ser más dulce y exquisito que tu Tsuna. Además, no me agrada alimentarme de extraños. -

- A mí tampoco me agrada que te alimentes de otras personas, pero, aunque me disguste no podemos evitarlo. Tendremos que aguantarnos los dos durante los próximos meses. -

- Lo sé bien amore. Sé que debo conformarme con esto por ahora, aunque me sentiría un poco menos frustrado si al menos pudiera cazarlos yo mismo. Tampoco me gusto lo que la mirada de este reflejaba. No me gusta que te expongas de ninguna manera. -

- Sé que te molesta, pero solo pasaron un par de días, aun no te repones de aquellos ataques así que resígnate por ahora. Solo será una semana más y luego podremos irnos de aquí. -

- una semana. Y luego podremos largarnos de aquí y empezar a planear una nueva vida para los tres- mientras hablaba el azabache acariciaba con adoración el vientre de su castaño. No sabía lo que sería ¿un vampiro? ¿una sirena? Un hibrido? Que carajos importaba. Era su hijo, lo amaría y protegería incluso si resultaba ser un demonio o basilisco. Tsuna y su pequeño eran lo único que necesitaba y haría lo que fuera para mantenerlos a salvo, incluso aniquilar a todos los de su especie y la su pareja, y estaba completamente seguro que Tsuna compartía esa decisión. Se lo dejo más que claro a él cuándo enfrento a su familia tmbien a todos los de su especie cuando elimino a los que le habían tendido aquella trampa. Su amante era una persona agradable, tranquila y cálida, pero hacerlo enfadar era lo mismo que rogar por una lenta y dolorosa muerte. El océano le había entregado a Reborn una joya invaluable que le acompañaría por el resto de su existencia.

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⏰ Última actualización: Jul 02, 2019 ⏰

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CANTO CARMESIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora