01; Espadachina Carmesí.

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Fantasía.
689 palabras.
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María era lo suficientemente valiente para derrotar a un dragón enfadado, un torbellino azotador, una gárgola sedienta de sangre y un cíclope con ganas de matar. María podía vencerlos a todos, podía recorrer el mundo entero con solo una espada y su fiel puntero, podía crear una brújula con maderos y escapar de la trinchera más ardiente.

Pero, María no podía cumplir la misión asignada.

Sí, era la más honesta espadachina en las encantadas tierras de donde venía. Sí, era conocida como una cazadora sin corazón alguno. Sí, había sacrificado muchas cosas para obtener su posición.

Pero María, la guerrera carmesí más leal de los batallones de la reina Catalina no era capaz de arrancar una vida con tal crueldad.

Porque, la misión  que le asignaron era todo menos humana.  Lo supo desde que fue citada a la corte con el hechicero mayor Manuel, que ni siquiera tembló al decir tan duras palabras:

"Por decreto real de la reina del palacio rojo, se le asigna como misión personal el acabar con un inconveniente para nuestro pueblo. La bruja azul ha traído malicia entre nuestros aldeanos, y como solución se desea la instantánea ejecución de tal horrible ser. Preséntese con su cabeza en esta bolsa de lino en mano y su recompensa será saldada."

Sus rodillas flaquearon, sus manos temblaron y el aliento se le escapó. ¿Matar a otro ser humano? Podía con los monstruos, pero ¡ellos hablaban de una persona! De carne y hueso, real, con ilusiones y sueños. María prometió nunca usar su espada para atravesar la piel ajena, ansiaba la justicia y la paz, ¿para alcanzarla se había que sacrificar a sus hermanos de sangre?

Si bien, no estaba de acuerdo con lo impuesto, inició su aventura con perseverancia.

Cruzó los pueblos, pasó los bosques y entró a la cueva del norte donde la bruja no esperaba ser vista jamás. La morena sentía pena por su vida pronto terminada así que rezó,  imploró piedad, le pidió a Dios su alma sea perdonada y sacó la vaina cuidadosamente, recobrando la postura como un caballero real haría.

"¡Bruja, sal! ¡He venido por tu vida y solamente serás perdonada por el filo de mi espada!" Exclamó, segura de si misma. Exclamó creyendo que su mano no temblaría y que sería una misión más del montón. Exclamó anhelando la gloria y se quitó la cabeza de la armadura, mirando desafiante a su enemiga, esperando divisar sus aterradores ojos malditos.

Pero, María no podía cumplir la misión asignada.

Los ojos azules como los ríos, los rizos dorados como el trigo, la sonrisa de aceptación en su cara. Amelia, la bruja azul, aceptaba su destino y no la miraba con desdén: María quedó fascinada.

"Si deseas atravesar mi cuerpo con tu arma, para ti bien justificado estará. Pero pido a Dios que me perdones, porque no sé que es lo que he hecho mal."

Los  sentimientos en su pecho eran indescriptibles, confusos y dolorosos. Sentía piedad contra el adefesio que plantaba miedo en su hogar y no podía explicarlo. Se sentía maravillada por una bruja, una mujer que había perdido su alma.

Y estaba tan perdida, tan perdida, que renunció al alma propia y a su valor, renunció a la honestidad y lealtad, dejó atrás todo lo que consiguió y huyó con ella, vivió para ella y murió por ella.

Abandonó a la reina, ignoró a los oráculos con sus profecías malditas y la tomó de la mano con calidez. Soltó la espada y tomó entre sus abrazos algo más brillante y maravilloso.

Amó a Amelia como no esperaba. Deseó a Amelia como algo inhabitual. Dio su existencia entera al diablo para pasar solo unos minutos con ella.

Así que, cuando el resto de guerreros del reino rojo las encontraron a ambas y la morena fue acusada de alta traición, la anglosajona jamás la soltó, incluso cuando las llamas de la hoguera desgarraban su físico y quebrantaban su espíritu.

Se miraron a los ojos, chocaron sus labios e ignoraron los insultos de los pueblerinos enfadados.

María supo ser feliz con su decisión, porque después de todo María no podía cumplir la misión asignada.

Carmesí; USAVene Week 2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora