Intяoduccıon.

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El es un chico antisocial.

Odia los gatos, odia los perros, odia el sushi, odia la escuela, odia a él equipo de americano, odia a la chica que lo acosa, odia a su padre, odia la música clásica, odia el baile, odia tener que vivir con sus padres, odia su cara, odia su cuerpo, odia sus ojos por no servir. Odia su vida.

Tener que soportar tantas cosas que aborrece a diario es complicado, y ahora más que su padre lo a inscrito a un club después de clases.

Detesta más que nada, tener que aprender a tocar un instrumento que complemente a una canción del género que más odia: un maldito piano.

¿Por que eso y no una guitarra?

Su mundo cae una vez más al llegar a él sitio.

Es una residencia.

Supone que es un anciano que ya ni siquiera puede moverse de su casa y por eso tiene que enseñar ahí.

Sonríe.

Sería gracioso poder burlarse de su profesor.

-Entra- ordena su padre.

-¿A caso tengo otra puta opción?- argumenta retóricamente, recibiendo un golpe en su pómulo izquierdo como respuesta.

-Deja de hablarme así, imbécil- arregla su saco -Tomas un taxi, estaré ocupado en la oficina- se marcha sin esperar respuesta.

-Hijo de puta- susurra acomodando sus anteojos al verlo entrar en su auto.

Su mente empieza a hacer diversos planes de escape: básicamente lugares que pueda visitar con el poco dinero que trae.

-¡Christopher!- escucha frente a él, e instintivamente levanta la mirada.

Un hombre moreno, poco más alto que él, luce joven, un par de años más grande que él quizá.

-¿H-Hola?- su actitud soberbia a desaparecido de un momento a otro, tan solo con verlo.

-Oh, como lo siento- sonríe cohibido -Soy tu maestro, Richard- su mano se extiende, para estrecharla firmemente.

La fuerza con la que lo saluda es sorprendente. Sus brazos con algunas venas sobresalientes que alcanzan sus manos, lo hacen ver como un atractivo visual, en cual podría perderse toda la hora.

El castaño le toma más atención a sus facciones, su cuerpo. No está mal para alguien que enseña piano.

Siente la mirada muy penetrante clavada en él, así que prefiere terminar el pequeño momento de tensión.

-Si creíste que era una mujer anciana y de un humor impredecible, te equivocaste- gira haciéndole una señal con su mano para que siga sus pasos -Por acá-

-Anciano, de hecho-

-¿Dijiste algo?- se detiene un momento.

-N-No na-da- choca inevitablemente contra su marcado cuerpo.

Esta de más tratar de negar que lo pone nervioso; porque es tan cierto, casi tanto como que es intimidante.

-Chicos, el es Christopher, nuestro nuevo compañero- presenta rápidamente, recibiendo la atención de todos.

Su perspectiva de los pianos podría cambiar, si el le dijera el porque.

[...]

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⏰ Última actualización: Jul 02, 2019 ⏰

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Clases De Piano || OreoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora