Capítulo 18

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Me condujo hasta mi propia cama tirando de mi nuca para que no separásemos nuestros labios. Entre cada paso, cada acercamiento y cada caricia, podía escuchar bajos jadeos y sentir exhalaciones breves, pero potentes de su parte.

Tenía erizada la piel de solo escucharlo, aunque también muy caliente. La forma en la que movía sus manos por todo mi cuerpo aun estando de pie, superaba con creces cualquier experiencia que hubiese tenido antes. Y me encantaba.

Moon-jae se me echó encima en cuanto tuvo la oportunidad. Brincó y permitió que yo lo cargara y condujera hasta un lugar más cómodo para continuar con nuestro encuentro. No lo tiré a la cama, sino que yo me dejé caer —sin dejar de abrazarlo— para que él permaneciera arriba.

Una vez que mi cabeza estuvo bien apoyada sobre una de las esponjosas almohadas, Moon se sentó encima de mí. Me observó por un segundo con aquellos ojos vacíos mientras se hacía el cabello hacia atrás. A pesar de que estaba oscuro dentro de mi apartamento, podía notar el enrojecimiento y la excitación de su rostro. No sonreía, pero tampoco apretaba los labios. Tenía sobre la cara una especie de mueca desesperada que intentaba contener sin demasiado éxito.

Para descargarse, me alzó la camiseta y se metió por debajo de esta, ansiando un contacto directo con mi pecho. Tan pronto como sentí su lengua saboreándome, un indescriptible regocijo me recorrió de pies a cabeza. Acabé llevándome una mano a la boca; con la otra estrujé las sábanas. Fue inevitable que mis piernas temblasen y hasta se movieran hacia adelante y atrás queriendo aguantar.

Ser ruidoso me apenaba, pues oírme a mí mismo me resultaba todavía más excitante que escuchar el placer de otros.

Debía parar por mi bien o de lo contrario me volvería totalmente loco, igual que la última vez que nos acostamos. Se me iba el aire cuando me besaba con mucha fuerza y se me clavaban las uñas en las palmas al percibir sus mordidas sobre mi cuello.

Dejé que siguiera durante un par de minutos más. Me sumí en la oscuridad bajo mis párpados y me dejé llevar por el calor del momento sin tener nada más en mente.

Una vez que Moon sintió mi erección entre sus piernas y bajo el pantalón que me cubría, decidió que lo mejor sería desvestirme de una buena vez. Me desabrochó el botón y buscó mi miembro por encima de la ropa interior, todo sin dejar de pegarse a mi torso.

¿En dónde ha aprendido esto? Pensé de repente luego de que me percatara de que esta situación no se parecía en nada a lo que solíamos hacer de adolescentes. Se lo atribuí a la experiencia de la vida, tal como era mi caso. Dudaba que él hubiese perdido el tiempo siendo tan obsesivo con el sexo incluso después de que nuestra relación terminara.

Con el kimono puesto, Moon pesaba mucho más. Se rehusó a quitárselo luego de que se lo pedí entre susurros.

—No será necesario —me imaginé una sonrisa imaginaria sobre su cara pese a que era muy probable que no estuviera ahí—; no tengo nada debajo.

Salió de mi camiseta para recostarse todavía sobre mi cuerpo. Alzó la cara, recargó uno de sus brazos a mi lado porque el otro seguía tocándome cada vez con más intensidad. Me mordí el labio, dejé escapar una serie de pesadas exhalaciones. Mi frente brillaba por el sudor.

Con esa mano desocupada, se encargó de descubrirme el rostro. Seguí aferrado a no verlo directamente pese a ser capaz de sentir sus ojos bien clavados en mí. Me tomó por la barbilla, giró mi cabeza con brusquedad para que pudiésemos encontrarnos por fin.

—Déjame verte —susurró, sonriendo a medias.

Estaba sorprendido por la forma en la que actuaba, tan distinta a lo habitual.

El balcón vecino [BL-GRATIS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora