[ único ]

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El clima de Seúl nunca había sido de lo más cálido, y era una de las cosas que Hoseok no disfrutaba, pues él adoraba sentir el sol besar su piel, aunque fueran solo un par de minutos al día, y los constantes nubarrones grisáceos impedían eso, además del contante polvo fino en el aire.

Aunque tampoco podía quejarse de los días nublados, con un ligero viento helado, que ayudaban a limpiar un poco el ambiente. Gracias a esos días en que el clima era tan malo, y la polución en el aire era casi incontenible, las autoridades escolares les permitían faltar a clases a menos que fuera estrictamente necesaria su presencia.

Pero era la semana de evaluaciones, la última del semestre, y aunque tuviera que andar por el campus entero con una mascarilla para evitar el polvo fino y una enorme chaqueta que lo protegiera del gélido viento, no podía darse el lujo de quedarse en casa, tapado con sus mantas hasta las orejas mientras veía series en su ordenador o simplemente leía en la comodidad de su cama.

Era molesto y cansado, pero tenía que hacerlo si quería pasar al penúltimo semestre de literatura. Ya había dado la última prueba del día y se disponía a volver a casa para descansar largo y tendido el fin de semana, pero primero necesita conseguir un buen libro para leer.

Se separó de sus amigos con el propósito de ir a la biblioteca de la universidad, sabiendo que ellos no querrían acompañarlo pues jamás, en los años que llevaban estudiando en la universidad habían puesto un pie en el viejo edificio cerca del final del campus.

Les había dicho que no esperarán por él pues era consciente de que una vez entraba a ese lugar, probablemente uno de sus favoritos en toda la universidad, perdía la noción del tiempo entre las estanterías, buscando un libro que atrajera su atención o simplemente perdiéndose entre las páginas de los varios libros que tomaba.

Hoseok ya se encontraba sonriendo solo de pensar que título llevaría ese día consigo a casa, pero dicha sonrisa no duro más de un par de segundos al darse cuenta de que la enorme puerta de madera tallada que siempre le daba la bienvenida a la biblioteca universitaria se encontraba cerrada de par en par.

No podía creérselo, él asistía cada día a ese lugar, ya fuera para leer, estudiar para las pruebas o simplemente para pasar el rato leyendo, y la biblioteca nunca se cerraba, incluso si solo se encontraban los trabajadores en el lugar, subió la escalinata corriendo y el cartel anunciando el fin da actividades temprano de la biblioteca por el final de semestre lo desanimó por completo.

No tendría libros por leer en los siguientes meses de vacaciones, y aunque tenía un librero del tamaño de una pared atiborrado de un sin fin de géneros para pasar el rato, en vista de su fracaso obteniendo más libros por agregar a la siempre incompleta lista de lecturas, ya había repasado la mayoría de todos esos rechonchos libros al menos unas tres veces, y no era como si sintiera molesto particularmente.

Pero siempre era bueno descubrir algo más.

Volvió sobre sus pasos con resignación y un sentimiento de desilusión resignado a releer los mismos libros viejos en su hogar. El clima al menos parecía haber mejorado un poco por la tarde, el polvo fino en el aire se había reducido un poco y el viento ya no era tan fuerte como lo había sido bien temprano por la mañana.

Finalmente había sido capaz de sacarse la horrible mascarilla quirúrgica y respirar un poco de algo que no fuera ese horrible olor a esterilizado y falsa fragancia similar a ambientador que ya se hallaba grabado bien profundo en su memoria.

Los fideos instantáneos que vendían en la tienda a tan solo un par de calles caminando fuera de la universidad lucían genuinamente tentadores; Hoseok fácilmente podía imaginarse los fideos humeantes y probablemente agregando un huevo a la fórmula, delicioso, ya se encontraba babeando de solo imaginarlo.

between speels and books ; hopegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora