Dominando a una perra

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Entraron a la habitación, él vestido de calle, ella desnuda, con una mordaza en la boca y las manos atadas en la espalda.

Llegar hasta este punto había costado discusiones, negociaciones y alguna que otra amenaza por parte del Dom.

Él le ordeno sentarse en un sofá de diseño muy simple, liso, duro; este sofá tenía encima un trozo de papel estraza (absorbente) que delimitaba claramente el lugar donde ella debía sentarse.

Asustada y a la vez curiosa y excitada, se sentó como le ordenaron.

Él corrigió un poco su postura, le hizo enderezar bien la espalda lo que de inmediato realzo sus pequeños pero turgentes pechos.

La tomó firmemente de la cola de caballo y acomodó su cabeza, luego separo sus piernas lo suficiente para poder ver su depilado sexo y de nuevo ajustó un poco su cabeza como si se tratara de un maniquí que estaba siendo acomodado para ser exhibido, le susurró al oído:

– "Quieta."

Él se sentó delante de ella en una cómoda silla ejecutiva y comenzó a hablarle.

– "En el momento que tú lo decidas te paras y te vas, ¿lo entiendes?"

Ella asintió con la cabeza y un tímido "ajaaa...." intento salir de su boca a través de la mordaza de bola que la mantenía a la vez abierta pero muy limitada.

– " Bien, dejando eso claro, te lo advierto, si mueves un musculo sin que yo te lo permita, si intentas hablar sin que yo te pregunte algo, si sales por esa puerta, se terminó, no me vuelves a ver nunca en tu vida y todo como siempre, para bien o para mal regresas a tu vida normal, a lo de siempre ¿Esta claro?"

De nuevo asintió. En su mirada se veía crecer tanto su miedo como su excitación, nunca en su corta vida había estado en una situación similar, nunca había tenido sexo con un hombre que le llevara tantos años, ni siquiera había coqueteado con alguien que fuera más de dos o tres años mayor que ella, y si bien él apenas tenía los treinta, esa diferencia de edad, su mirada, su cuerpo y su forma de moverse le parecía intrigante y por momentos imponentes.

– "Veo que tienes miedo, es natural, estas asustada no de lo que yo pueda hacerte o de lo que vaya a pasarte, te asusta lo que estas aprendiendo de ti, te asusta que por tu propia voluntad estás haciendo exactamente lo que yo te digo y te tengo aquí desnuda y lista. Te asusta notar que pudiéndote ir no puedes, es más fuerte que tú."

Mientras lo escuchaba peleaba en su mente, una parte de ella que sabía que él tenía razón y que al parecer el sabia cosas de ella que ella misma no conocía, mientras otra parte buscaba minimizar la situación y se decía "si estoy aquí es porque estoy cachonda y claro que no me voy a ir de aquí sin que me hagas pasar un buen rato, no me voy a perder un bocado tan sabroso..."

El continuó:

– "Estas desnuda en esta habitación conmigo, lista para ser usada por mí (ella se sobresaltó ligeramente al oír la palabra usada, no estaba en absoluto acostumbrada a que un desconocido le dijera algo así), hoy podría hacer contigo lo que me plazca, tratarte como me apetezca y tú no vas a hacer más que permitirlo y disfrutarlo, estas aquí para mi deleite, eres el objeto de mi diversión y te encanta, no puedes evitarlo porque lo llevas en tu ADN, eres una pequeña perrita..."

De inmediato ella lo miro molesta, pensó que tal vez todo esto era una mala idea, que no estaba dispuesta a dejarse insultar solo para conseguir satisfacer sus deseos mas primarios....estaba a punto de pararse cuando el intervino subiendo la voz.

– "¡QUIETA! ¿Qué?... ¿Te molesta que te lo diga o te molesta que tal vez sea cierto? ¿ya viste ese papel absorbente? Tu coño lo tiene mojado, mira la mancha que has dejado en él, sabía que no podía dejar que una perra como tú se sentara en mis muebles sin protección."

Dominando a una perraWhere stories live. Discover now