Vivir mi vida a mi manera

44 0 0
                                    


Las grandes y blancas persianas del estudio del Señor Da Costa estaban abiertas, y a través de su gran ventanal de cristal se podía observar la playa de Bill Bagg y el hermoso océano azul que alumbraba su color a las 9:00 de la mañana, parecía todo un espectáculo; y quien pudiera ver tal suceso podría llegar a sentir una paz interna, excepto el señor Da Costa y su hijo Marcos. 

Marcos estaba tirado en el sofá negro a la derecha del escritorio de su padre, un hermoso color que contrastaba con las paredes blancas, el piso de mármol y los ventanales de cristal. Marcos adoptaba una posición de estrés, tenía su mano encima de su quijada y su codo recostado en el brazo para darle apoyo, el miraba a través del ventanal que estaba atrás del escritorio de su padre, esperando de alguna manera poder ignorar todo lo que el  estaba diciendo. Desde pequeño siempre miraba a la playa para poder minimizar el estrés que su padre le generaba. 

—Marcos, ¿me estás escuchando ? —alegó el señor Da Costa, pero Marcos seguía adoptando una posición indiferente frente a los reproches de su padre y solo volteó a mirarlo a los ojos 

—No papá, no he oído nada de tu pelea—Confesó y se incorporó colocando su tobillo derecho encima de su pierna izquierda. —sé que será otro de tus reproches estúpidos, sin sentido, y lo siento si te ofende, pero no me interesa.—concluyó Marcos, levantándose del sofá. 

—Siéntate ahora misma —ordenó con todo autoritario y enojado su padre, a lo que Marcos blanqueó sus ojos y obedeció resignado 

El señor Da Costa, mejor conocido como Bryon Da Costa, es un hombre alto, de tes blanca pero con un buen bronceado y buen físico a sus cuarenta años, tiene cabello negro y corte bajo, una sutil barba afeitada y todo un modelo de revista, pero claro a eso no se dedicaba el señor Da Costa.  

—Hijo, ¿sabes lo importante que es tener una buena imagen en este país, para esta familia?—preguntó Bryon, pero era obvio que era una respuesta a la que Marcos ya sabía cómo responder 

—Claro papá, no te cansas de hablar de una buena imagen cuando resulte difícil mantener el bajo perfil—respondió Marcos con un tono evidentemente lleno de fastidio 

—No te hace falta nada en esta casa, en tu vida ¡JAMÁS! has pasado alguna necesidad—empezó a enumerar con sus dedos—no haz pasado hambre, estas lleno de lujos, te damos lo que pides, fuiste al mejor colegio de la ciudad, tienes el puto mundo a tus pies. ¿acaso quieres tirar todo eso por la borda? 

—Claro que no! yo no sé de que hablas —contestó Marcos bastante enojado

—A mi me queda muy duro pretender ser un exitoso empresario que gana toda su fortuna gracias a su duro trabajo en una empresa que heredó de su padre dedicada a la venta de café brasileño, pretender que somos ricos solo por vender un puto café me resulta muy complicado cuando tu —lo apuntó con el dedo de manera muy acusatoria— no sabes controlar todo lo que te doy, ¿qué va a decir la prensa?, tu no crees que la gente se está preguntando ¿De dónde sacó tanto dinero el hijo del empresario Da Costa para alquilar veinte yates, tener una súper fiesta de 2 días enteros en las playas privadas de Punta Cana, comprar más de 2000 botellas del Licor más fino, contratar a quince prostitutas e invitar a tus amigos de mierda periodistas? —Gritó

—En serio todo el drama ¿es por eso? —Preguntó Marcos sorprendido 

—No hijo mío—se agachó para quedar frente a frente a su hijo y le puso la mano en su cachete suavemente—es porque si la policía llegase a leer un artículo de los que tus amigos escribieron, pueden descubrir que vender café no es lo que nos da dinero, sino la venta de cocaína y marihuana, y demás narcoticos adicionales, ¿entiendes?

Alta MareaWhere stories live. Discover now