La historia con tan solo un capítulo.

Crisis.

—¿Crees que soy un juguete?— dice ella con una sonrisa de boca cerrada, mirada de interés, apoyando su cabeza sobre una mano sin desviar la mirada de el chico, deseando ver cada una de sus reacciones después de espetar tal pregunta.
—No, no lo creo. — dice él, sereno, bastante cerca, con su aliento rociando el semblante de ella, quitándole un mechón del rostro y poniéndole detrás de su oreja.

Están sentados en el césped, una cálida mañana de julio con el sol brillando a lo alto, el viento acariciando ligeramente las hojas de los altos árboles y silbando una apacible melodía; ambos están charlando, lo cual no hacen muy a menudo.

—Pero es así como tú me ves.— dice tranquila, él no niega nada.— Es así como todos me ven.— A pesar de sonar calmada, una lágrima escapa de su ojo derecho, deslizándose por su mejilla, marcando un camino hasta su boca y desapareciendo en sus labios mientras la chica esboza una mueca, en un intento de mostrar su bella sonrisa. — creo que nunca nadie me valorará por mi personalidad, ¿sabes?. Es decir, ambos usamos nuestros cuerpos para llenar vacíos emocionales. Ninguno siente algo por el otro, sin embargo, aún así regresamos y nos desquitamos de nuevo. — Su voz se quiebra, tornando el pasivo ambiente a uno pesado, doloroso. Precioso dolor. — No quiero seguir así toda mi vida, no puedo.—

Por primera vez, ella se derrumba en los brazos de él, su pecho subiendo y bajando con rapidez, pequeños sollozos acompañando la canción que les regala la brisa. El muchacho la abraza, indeciso de lo que debe hacer. Ese contacto perdura un tiempo, quizás unos minutos, que se sintieron como vidas, hasta que ella decide alzar la cabeza y conectar su mirada con la de él, a pesar de que está asustada e insegura por lo que acaba de pasar. Algo cambia en la mirada del joven, al divisarla con lágrimas en los ojos y rubor en sus mejillas gracias al llanto, por primera vez, la ve como una persona, con sentimientos, con vida.