¿Y si fuéramos inmortales?
¿Viviríamos la misma vida que llevamos ahora?
¿Nos enamoraríamos?
¿O simplemente estaríamos tan aburridos de la vida que no conservaríamos la ilusión de vivir?
Tal vez llegaría un día en el que ese subidón de adrenalina que nos invade el cuerpo al hacer cosas nuevas desapareciera, ya que ya lo habremos vivido todo.
¿Y si llegado a ese punto nos aburriésemos de serlo?
Porque claro, en la vida hay muchas cosas que hacer, muchas cosas que ver, que vivir… pero… ¿Suficientes como para no aburrirnos nunca?
¿Podríamos de alguna manera morir?
Supongo que solo hay una forma de averiguarlo… hacerse inmortal.
Mi nombre es Eileen, tengo 17 años y vivo bajo el temor de cuándo será mi fecha límite, lo cual incita en mí el deseo de ser inmortal.
Todo empezó en lo que parecía ser un día normal… era un sábado por la tarde en pleno invierno, a un lado de la ventana estaba nevando mientras que en el otro me hallaba yo, con mi pijama largo y un libro entre las manos. Era el tercer libro que empezaba esa tarde, pero se me hacía imposible leer más de tres líneas. Había una idea rondando por mi cabeza que no me dejaba concentrarme en lo que leía.“Y entonces la vio, al final del estrecho y oscuro pasillo, una puerta roja con un pomo
dorado. Amber no sabía lo que había detrás de aquella puerta…”Y hasta ahí podía leer, llevaba más de diez veces intentando acabar esa frase y nada.
Aparté el libro y me puse a pensar en la última frase… no sabía lo que había detrás de aquella puerta… ¿Qué habría detrás de la puerta?
Me puse a pensar y llegue a la conclusión de que si yo pudiera elegir detrás había un pequeño frasco con un líquido azul, como el cielo en un día de verano, que te hiciera inmortal. Para poder conocer el futuro y saber cómo evolucionara el mundo y las consecuencias que esto le conllevara, un futuro que solo viviré y soy inmortal.
Pero esto es la vida real y no uno de los tantos libros que me he leído asique hay que conformarse con la realidad.
Ya cansada de leer, de pensar, y cansada de estar cansada me fui a la cama a ver si conciliaba el sueño pronto y así al despertarme fuera ya un nuevo día.- ¿D-d-dónde estoy? ¿Hola? ¿Hay alguien? –de pronto de encendieron unas luces sobre mí y las cuales avanzan llenando de luz el pasillo donde me encuentro, pero de una luz muy apagada, la justa para ver lo que hay al final. – ¡No me lo puedo creer! ¿Hola? ¿Esto es un sueño? – Me pellizco el brazo, pero no me despierto. – ¡Tiene que ser un sueño! – Otra ráfaga de luces va desde mí hasta el final del pasillo. - Vale vale… ya lo pillo… que vaya hacia la puerta roja. – Voy poco a poco hasta la gran puerta, agarro el pomo dorado y lo giro levemente hacia la izquierda. Inmediatamente se abre y tras esta solo se ve oscuridad. Pero en medio se va haciendo cada vez más visible una leve luz.
Como si de una peli de tratase, me voy acercando poco a poco a la luz, mirando cautelosamente a todos lados por si apareciese alguien. De repente mientras avanzo se oye un gran ruido, me giro y descubro que la puerta roja se ha cerrado de golpe, y al darme la vuelta me encuentro frente a frente con la brillante luz. Me cuesta acostumbrar mi vista a ella pero cuando lo consigo descubro que se trata de una mesita blanca como de porcelana la que solo es sujetada por unos finos hilos plateados que cuelgan de laguna parte, pero por la intensa oscuridad que invade el lugar no se ve donde acaban y solo se ven como se funden popo a poco en ella. En medio de la mesita se hallaba un pequeño frasco con un brebaje de color azul, un corcho dorado a modo de tapón y una pegatina en la que ponía “bébeme”
Me quede mirando el frasquito pensando si cogerlo o no; cuando, sin que yo pudiera controlarlo, mi mano se fue acercando hasta que lo toque y todo se volvió blanco…Me desperté de golpe, me quede un rato mirando al techo blanco y pensando en lo que acababa de soñar, mientras intentaba relajar mi agitaba respiración.
Al girar la cabeza para mirar la hora lo vi, en mi mesilla, junto a mi móvil.
El pequeño frasco azul.
Me quedé un rato mirándolo esperando a ver si era real o es que seguia medio dormida y veia cosas que no son reales, pero después de unos minutos y un vaso de agua fresca el pequeño frasquito seguía ahi.
Me sente al borde de la cama y lo coji de la mesilla para después llevarlo de una mano a otra, una y otra vez, pensando qué hacer con él mientras buscaba una nota, etiqueta o instrucción que me ayudará.
Después de mucho pensar, lo abrí y de él salió un olor muy fuerte pero agradable acompañado de un breve humo blanco que no tardó en desaparecer por el aire de mi habitación.
Decidida e intrigada por saber el contenido del frasco le di un sorbo rápido, para inmediatamente volverlo a tapar y dejarlo en mi mesilla.
Al principio no pasó nada, simplemente me quedé de sentada con los ojos cerrados pensando en las cosas que podía darme ese líquido extraño... por mi mente se pasaban ideas tan alocadas como poderes, inmortalidad, sabiduría... qué traicionera es la imaginación.
Al ver que no pasaba nada abri los ojos y solo vi mi habitación de siempre, con el desorden de siempre.
Ya me había empezado a desilusionar cuando empecé a mirar a mi alrededor y todo me daba vueltas... demasiadas vueltas. La cabeza me daba vueltas, me iba a estallar y entonces la vista se me nublo... el último sonido que oí fue el fuerte golpe de mi cabeza rebotando contra el suelo.
Adiós.