Mártir con complejo de héroe.

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Capítulo re-escrito y editado, el anterior no podía convencerme más, igualmente dejaré el texto antiguo al final.

Créditos al autor de la imagen.

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"Estar sin ti es como vivir en una eterna noche sin estrellas". (El infierno de Gabriel).

Madrugada del 3 de mayo de 1998, Gran Comedor de Hogwarts.

-- ¡No!

Draco se desgarró la garganta. Su grito quebró el rugido de los hechizos como el trueno en una tormenta.

Sentía el sabor metálico de la sangre inundarle la boca y gotear por sus labios, pero no le importaba. Sus ojos humedecidos por el humo del fuego y la mugre que cubría su rostro, como en un trace, fijos en los haces de luces verdes y rojas extinguiéndose lentamente a lo lejos en el centro del gran comedor, ignoraron cualquier otra cosa que no fueran los dos cuerpo caídos en el duelo.

El silencio, pesado como plomo, se propago lentamente entre las rencillas desperdigadas por el recinto. Las manos tensas aferradas a las varitas, los rostros desencajados en sorpresa y horror; la camuflada calma reemplazando la ira y la locura de la guerra. Todo mago y bruja mudos ante lo que creían una ilusión frente a sus ojos: un sueño para algunos, una pesadilla para otros.

Para Draco era la aterradora verdad de un sueño que se vuelve pesadilla.

Potter, Potter, Potter... Harry.

¡Harry!

Su cara perdió todo el color que el clamor de la lucha había teñido en sus mejillas. Malfoy creía que sus piernas le dejarían caer en cualquier momento y su mano que agarraba la varita como si la vida se le fuera en ello tenia los nudillos blanquecinos por la fuerza ejercida. Su otra mano sangraba, las marcas de sus uñas en forma de medias lunas enrojecidas en su palma.

Esto no es real.

Veía el cuerpo del moreno inmóvil en el frío y ensangrentado suelo de piedra, a unos metros de él, los restos de uno de los magos más poderosos y sanguinarios que el mundo mágico británico había visto en siglos. Su mirada no perdió el tiempo viendo el despojo del hombre que había arruinado las vidas de millones... la de él y de la persona que había llegado a amar como a ninguna otra.

Voldemort ya no existía.

¿Pero eso realmente importaba si le había costado la vida a Harry... a su Harry?

No, no lo valía... ¡no lo valía!

El Slytherin sintió la humedad de las lágrimas mojarle las mejillas.

¡Gryffindor estúpido!, muévete de una vez... por favor.

El zumbido de las exclamaciones ahogadas, de sollozos contenidos y gritos de rabia en aumento le taponeo los oídos.

Nadie festejaba. Era imposible celebrar un triunfo que se alzaba sobre pérdidas invaluables, sobre la muerte de cientos, sobre la destrucción de familias; que navegaba sobre la sangre de sus seres amados y compañeros, que se alzaba sobre el cuerpo de un infante marcado por una maldita profecía.

¿Cómo podrían celebrar el haber vencido? Los héroes regados en la masacre, y aquel casi hermano, amigo, novio, alumno y compañero sin vida frente a sus ojos... abandonado por la vida, derrotado.

¿Esto era la victoria?

-- ¡Harry! – sus pies se movieron solos.

Corrió como no lo había hecho mientras huía de las garras de la oscuridad aferrado a su esperanza de ojos esmeraldas. Corrió como no lo había hecho mientras peleaba con la pasión de un corazón rebosante de un amor indomable. Corrió hacia él... aquel que hacia su sangre hervir en su pecho, a su corazón saltarse un latido y luego palpitar desbocado. Harry el de las sonrisas tímidas y coquetas en la seguridad de la soledad; Potter, él de los besos fogosos en los pasillos ocultos en la noche; el Gryffindor que le tomaba la mano bajo la mesa y le acariciaba los nudillos incluso ante la posibilidad de ser descubiertos; su león, que le besaba inocente la mejilla y luego se sonrojaba sin razón...

Mártir con complejo de héroeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora