Ciudad Amalgama. Año 243 de la Era Natural.
El rey Ulrick era una persona dedicada a su labor de escritorio y diplomacia. Cada día se levantaba antes del amanecer y para la hora del almuerzo ya había terminado de revisar la agenda diaria con tiempo de sobra para breves audiencias con el pueblo. Era más una persona de papeleo que alguien de aire libre. Seguido cambiaba el color de sus lentillas, así que pocas personas conocían el color real de sus ojos. Aquel día eran amarillos. Era un estudioso apasionado de las finanzas, psicología y matemáticas avanzadas. Como rey, tenía también conocimientos básicos de magia y entrenamiento de combate con armas de fuego. Físicamente inspiraba respeto. Con un metro noventa de alto, resaltaba sin problemas entre la multitud, casi siempre luciendo trajes confeccionados a la medida y hechos de tela sintética que cambiaba automáticamente de color y patrón a lo largo del día. Odiaba su cabello rizado y rojizo, el cual cortaba con regularidad y que ocultaba cuando podía bajo algún sombrero de su colección.
Muchos habrían pensado que ser Rey de la última gran nación conocida por la humanidad sería cómodo y con grandes privilegios. Sin embargo, el reino de Presea todavía contaba con grandes enemigos que atentaban contra su estilo de vida. Aunque el asedio de los animales salvajes había descendido a casi nada durante el reinado de su madre, Astrid Frihet, reina de mano firme; quedaba aún mucho por hacer. El pillaje en las rutas de recaudo era un problema importante que afectaba la recluta de nuevos viajeros y el ingreso de recursos necesarios para la supervivencia del reino. Presea contaba con varias ventajas si se le comparaba con las ciudades periféricas y externas, pero eso solamente significaba que debía conseguir más recursos para sostener una nación con unos pocos millones de habitantes. Ulrick entendía perfectamente que esa situación era natural en cualquier economía, y hasta cierto punto podía manejarlo. Enviaba caravanas mayores y aumentaba el porcentaje de comisión para los valientes recaudadores; también se encargaba de llenar de honores a los que resaltaran en su labor. Después de todo, un rey también es una figura pública. Cualquier tema relacionado con cómo regir la ciudad le resultaba sencillo. Para eso había sido criado. Lo que realmente le generaba malestar y hasta pesadillas, era la amenaza de seres legendarios capaces de controlar los elementos. Seres violentos que disfrutan de la lucha sin sentido. Había tomado la decisión de detenerles y había buscado ya por cinco años una manera de hacerlo, teniendo apenas como resultado un plan que podría dar una pequeña y débil esperanza al reino. No era mucho, pero era lo que tenía. Sus generales más cercanos y experimentados se dedicaban a encontrar los orbes que guardaban parte de esos poderes elementales. De hecho, todo había ido de acuerdo con el plan durante el primer par de años hasta que uno de esos seres, el Ender de Tierra, comenzara una empresa violenta contra su gente. Había sacrificado guerreros valiosos para hacerse con los orbes de Tierra, Muerte y Vida. Y por un breve periodo de tiempo tuvo el de Agua, pero un nuevo enemigo del reino de Presea al que llamaban "Vampiro de la Luz", se lo arrebató. Ahora sus generales buscaban arduamente a quienes amenazaban la paz, mientras que los magos y científicos trabajaban a marchas forzadas para encontrar una manera de utilizar ese antiguo y atemorizante poder. Los avances, sin embargo, eran casi nulos. Era un poder antiguo y especial que incluso con magia era difícil de comprender. Lo desquiciaba.
Aquel día estaba nublado y Ulrick Frihet regresaba de un juicio donde había sido juez en una disputa entre dos compañías que peleaban la patente de un nuevo modelo de comunicador Be-Personal, B-Per. Dispositivo social popular entre la gente, usado para prácticamente toda actividad social en el reino. Era una de esas responsabilidades de rey que le parecían estúpidas. Para eso se suponía que había abogados y jueces tanto Reales como de la asociación de Pistoleros. Una verdadera estupidez tener que estar ahí. Dispuesto a terminar esa mañana tan infructuosa, se disponía a almorzar una ensalada de frutas en uno de sus restaurantes preferidos en Amalgama. Acababa de pedir su licuado de fresa y todo habría ido como siempre de no haber sido por la movilización repentina de las fuerzas policiales mágicas. Una veintena de magos salieron a las calles vestidos con sus características levitas de colores que representaban su especialidad mágica. Inmediatamente se escuchó una explosión a la distancia, a la cual respondieron sus guardaespaldas: Dos pistoleros y dos magos, de levita verde uno y roja el otro. Rápidamente lo empujaron detrás de la puerta del restaurante a la vez que empuñaban sus armas.
ESTÁS LEYENDO
Era Natural. Brotes
Teen FictionEsta segunda parte de la saga sigue a los personajes que conocimos en la primera parte ("Era Natural. Semillas", 2017) que siguen buscando el origen verdadero de las injusticias, los Ender y la naturaleza salvaje inmersa de Presea. Durante el año 2...