INTROITO - AL DERRAMARSE

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18/AGOSTO/5072 6:34pm

Antes de tomar el bus que nos llevaría a nuestras casas; ya que somos vecinos desde hace ya 5 años; el primer paso fue cruzar por la acera del puente Antares. No teníamos unos paraguas para librarnos de esta lluvia, ni siquiera unas botas para que no nos ingrese agua a los pies, solo nuestros uniformes y mochilas. No sé cómo explicar mi repentino cambio de ir a pie. El río llamado Yusani, que estaba debajo de nosotros estaba impaciente, el nivel de sus aguas subía más y más, el río tenía una gran longitud, no se veía su final, pues, pasa por todo el continente Amotri. Todo inicio con una llovizna, ahora la granizada que cae en nuestras cabezas me producía un algia, pero se calmara en un par de minutos. No hay alguna razón por la cual me haya puesto tan morriñoso desde hace horas.

La noche es gélida, hoy tiene algo disímil, la oscuridad esta acongojada, quizás el presagio del deceso de una persona, alguien muy importante e intachable. La luna esta serena y en calma, las nubes grises cubren su luz, las gotas que se precipitan contra el suelo generan charcos, su sonido me alivia y aunque me empapa, siento como una catarsis. Yo no estoy solo, tengo a una amiga, que siempre me ha escuchado, buscó valor en mí, y nunca me negó nada. Si algo cambiase esta sonrisa, no lo eximiría, porque ella es la luz que dispersa al temor. Somos apenas unos púberes de 14 años de edad, unos pipiolos que esperan el futuro ávidamente, imaginando los momentos inolvidables que vienen.

Me detengo un momento, es un lugar asfaltado, la carretera, por el cual después de cruzarlo llegaré al otro lado, cerca al paradero. Me pongo a especular un poco más, y si un día... mi euforia eclipsa, ¿Cómo encontraré lo extraviado?

Siento la aproximación de algo, mi ser está paralizado del pánico, no puedo moverme, y estoy al medio del territorio de coches, no puedo sentir ¿por qué no puedo?

—Una oportunidad como esta no se puede perder, mi amo. —habla una voz en mi cabeza.

De qué habla, que clase de ocasión es esta, esto influye en mí, siento el escollo, no puedo hacer nada, mis extremidades no son efectivas, no responden, este sería el límite de mi vida, aun así, yo miro como se acerca, no puedo moverme, alguien llorará por mí si yo desaparezco. Se lo acabo de prometer, dije que no moriría antes que ella ni después, porque, no quiero que ella este afligida, así estaría bien, quizá al final, moriremos juntos. Ella se arrimó, me dio un brusco empujón y dijo:

—Saneko.

El empellón me dejo fuertes raspones, me fracture una de mis rodillas, mi ropa estaba manchada de légamo, eso no me interesaba, el frío me rodeó, empecé a temblar, estaba atónito, eso no tenía valor alguno, los sonidos relajantes de la lluvia, se convirtieron en desesperación y me aturdían los oídos. Todo fue tan raudo, que no lo vi venir, hablo de un camión zarco que apareció repentinamente entre la penumbra. Quien diría que el destino te quita lo más valioso en un instante, pero ¿por qué me despoja de mi paz y tranquilidad? ¿Por qué me hurta mi razón de vivir? Yo solo me quedo como un observador, lo único que puedo hacer... es... extender mi mano, tratar de alcanzarla, las heridas eran lo de menos yo, pasmado. Fue cuando ella mencionó:

—te esperaré.

Ese día, mi alegría se degradó, como una flor que se marchita o se mancha de color negro. Lo que me acongoja es que segundos precedentes al accidente, la veo llorando, y a la vez sonriendo. Si la sonrisa en su rostro me genera aflicción.... Acaso soy, desde ahora, un ser infausto. Ese maldito vehículo desaparece, de la misma manera que apareció, repentinamente.

El muchacho desfallecido, estaba en el suelo; el vehículo desapareció cruzando el puente, sin dejar algún rastro suyo; la sangre de la muchacha manchó las columnas y algunas gotas cayeron al río, sus palabras estaban apagadas.

—Te... prometo que nos volveremos a encontrar... porque... ese es nuestro destino. — fueron las últimas palabras entre cortantes antes de que ella este en un estado de sopor profundo, perdiendo su conocimiento.

Las sirenas de las ambulancias en Trinz, el tiempo, una escena trágica, y los albores de una historia.

18/AGOSTO/5017 7:08pm

— ¿¡me escuchas!? ¡Joven despierte!— grita un hombre.

¿Dónde estoy?, ¿quién es este individuo? Y ¿qué es lo que quiere de mí?, cual sea su intención. Lo principal ahora no soy yo, tampoco él, ni siquiera el mundo. No estoy seguro de mi condición, mí dicha está en riesgo. Si tan solo me hubiera quitado de la vía de autos; no quiero esta fría soledad, quiero su cálida sonrisa. Ella me salva; yo no pude salvarla, me siento tan acongojado.

Traté de levantarme, puse toda mi vigor, pero mi debilidad mi hizo caer, me traté de levantar una vez más y otra vez, y no pude, al parecer esto es inútil, aun así, no me rendiré, y si mis lágrimas salen, es porque me odio a mí mismo, porque no hice nada más que mirar una catástrofe, y ahora tengo un cuerpo inerme y débil que no puede realizar una simple acción, y mi vista pierde nitidez.

— ¡Niño que haces, no vez que estas delicado! Tus raspones son graves.

—Ella aun esta con vida. — Dije, luego me mordí el labio con fuerza, hasta producir que sangrara. — no la deje morir...

— ¡Que dices! ¿¡Hay alguien más!?— me interroga.

—Ari...— tartamudeé

— ¡No se preocupen por el muchacho, sus heridas no son tan graves, acaba de reaccionar, está bien, dice que había alguien más, tal parece que se trata de una joven!

Aún no puedo caer, no hasta que sepa que está en buenas manos, yo no puedo dejarme vencer. El color desaparece, todo es de negro y blanco, el brillo en mis ojos desaparece. Un ayudante grita entonces:

—Encontré a la joven. Está cerca de una de las columnas del puente, su estado es...

Una camilla a lo lejos... ella está... muy grave, ella esta... dejando atrás todo. La roja sangre que cubre su rostro celestial, las gotas pequeñas de agua que caen del cielo que se lamenta, y la noche oscura que cubre la luz...

—A...ria...na. —pude decir con mis últimas energías.

Me desplomo.

— ¡Llévenla al hospital, rápido! —grita alguien más.

Quizá este es el destino, nunca se sabe que tan valioso es lo que pierdes, ni tampoco cuando lo vas a perder, lo único que sabes es que, nada es seguro, y que lo único que puedes hacer, es dejarlo pasar, porque no todo en esta vida se puede recuperar. Pero aun así, no me dejes.

—Este es un tema muy delicado. — Dijo el comandante de la policía. — y misterioso.

Ese día no se encontró culpable alguno, ¿qué fue lo que paso en realidad?

BLACK FLOWER - DawnWhere stories live. Discover now