Do it, bro. Just do it!

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Donghyuck y Jeno llevaban al menos ocho años en la misma clase. Desde que Jeno había llegado desde su ciudad natal, la cual estaba al norte del país, hasta la capital por el trabajo de sus padres. En ese entonces el chico era muy tímido y no podía siquiera leer frente a la clase sin romper en llanto por el pánico que aquello le causaba, y su integración al grupo de alumnos que ya llevaba al menos cuatro años conviviendo juntos fue bastante compleja, sin embargo, al pasar de los meses y años había logrado formar parte de aquella familia y era uno más del curso.

En ese tiempo eran ambos todavía bastante jóvenes como para ver a los chicos y chicas con los que llevaban juntos desde su infancia de otra forma que no fuese como amigos o incluso hermanos. Eran aún un par de niños tontos que no le daban importancia al amor.

Por eso no fue hasta su penúltimo año de escuela, a nada de dejar la etapa escolar para ingresar al mundo universitario, que Donghyuck se dio cuenta de que Jeno le gustaba. 

Habían pasado muchísimo años como compañeros ya, quizá como amigos, pero Donghyuck no lo vio con otros ojos hasta que la maestra a cargo de la clase decidió que lo mejor era asignarles puestos debido al mal comportamiento que habían estado teniendo por estar cada quien sentado con sus respectivos grupos de amistades. 

Y así, como el comienzo cliché de cada buen romance, Jeno y él habían acabado siendo compañeros de banco.

Ni siquiera recordaba la razón de por qué comenzó a gustarle. Donghyuck siempre consideró a Jeno alguien agradable, tal vez incluso adorable, pero no creyó que llegaría a gustar de él. 

Ambos eran muy diferentes. 

Jeno seguía siendo introvertido, tan cerrado que daba la sensación de tener que preguntarle por permiso antes de acercarse a entablar una conversación con él; además, se mostraba constantemente reacio al contacto físico y no le gustaba que invadieran su espacio personal, o eso parecía. 

Mientras que Donghyuck era todo lo contrario. 

A él no le incomodaba en lo más mínimo el contacto físico, tenía una personalidad fuerte y ningún pelo en la lengua. Era bastante sociable, un líder nato y siempre dispuesto a ayudar. 

Así que no lo entendía, pero sabía que no tenía que hacerlo. Jeno le gustaba y eso era todo, no era una enfermedad ni nada. Solo estaba curioso acerca de sí mismo, de cómo acabó cayendo por aquel chico reservado que siempre caminaba con la espalda recta y jamás intercambiaba más de cinco oraciones si no lo veía necesario.

Lo peor de todo era que Donghyuck era demasiado obvio. Lo observaba sin vergüenza alguna desde su asiento a un lado de Jeno y no se preocupaba de ser demasiado obvio, después de todo, el chico que le gustaba era bastante despistado como para darse cuenta de sus sentimientos. 

Y aquello le quedó más que claro cuando, después de que el ser compañeros de banco los volviera cercanos y sintieran que podían confiar plenamente en el otro, Jeno le comentó que había alguien que le gustaba.

Y ese alguien no era Donghyuck.

—¿Dices que te gusta Renjun?

Jeno asintió sonriendo sin separar los labios y Donghyuck le sonrió de regreso, cuando lo que en realidad quería en ese momento era gritarle a alguien. 

No había pasado demasiado desde que él mismo se dio cuenta de que Jeno le gustaba, ¡y cuando al fin lo aceptaba, Jeno le salía con que estaba interesado en alguien más! ¿Cómo no iba a querer darse un buen golpe en una situación así? Se sentía la persona con peor suerte en el mundo. 

Sin embargo, el no ser correspondido no le impidió a Donghyuck el continuar enamorándose. Sobretodo porque a Jeno parecía no agradarle del todo Renjun en realidad y mucho menos el grupo de amigos que éste tenía. 

NOW OR NEVER 今 NOHYUCKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora