Bitácora de sueño #2
Nuevo integrante a la familia
Estaba sobre mi cama y llovía en toda la ciudad donde vivía, aparentemente vivía sola o bueno, nadie más estaba en aquel hogar. Últimamente había estado sintiéndome solitaria y sin con quien convivir o reírme, por lo cual la pasaba durmiendo o simplemente viendo tras la gran ventana de la habitación. Recién me había dado cuenta de que no era como una época del siglo XXl, era una estética y ambiente más clásico, no sabría describir época o arco histórico pero lo que sí es que usaba un camisón rosado con bordados y encajes, sentada sobre un a cama inmensa con muchas almohadas grandes y la frialdad de la habitación. Escuché a lo lejos un timbre, supuse que era de la puerta principal así que bajé sin zapatos ni nada por unas escaleras tipo de caracol y finalmente abrí la puerta. Ahí permanecía parado un señor grande, no sabría de que edad describirlo, pero era muy alto y fornido, empapado por la lluvia y tiritando del frío como si llevara tiempo esperando; Le hice pasar y fui en busca de algo para mantenerlo cálido y que no enfermara. Le ofrecí el baño, algo de ropa que curiosamente había de su talla y comida y bebida caliente que sabía hacer. El extraño hombre lucia perdido, como pensando en algo y buscando con la mirada, pronunció algo relacionado con un perro y negué, tal vez se le había extraviado su mascota, tal vez el no podía ver y necesitaba de alguien, pero dudaba de esta ultima ya que de una u otra forma dio con la puerta de la que era mi casa.
Por las afueras de la casa se escuchaba unos leves ladridos, no muy fuertes, aunque si lo suficiente como para ser escuchados. El señor cuyo nombre desconocía se paró repentinamente, pero al momento se sentó, supuse que se encontraba en mal estado así que le dije algo de permanecer ahí y que iría a buscar al compañero de este, solo asintió y bajó la cabeza. Tomé un paraguas y unas botas de la entrada y salí de donde se escuchaban los ladridos, no caminé mucho para encontrar a un cachorro atado cruelmente a un poste. Preocupada hice lo que pude para liberarlo y lo llevé a casa entre mi brizo y mi pecho mientras nos cubría para no mojarnos más. Al estar dentro, el señor volteó a la puerta y el canino ladró de gusto, suponía que amo y mascota estaban nuevamente juntos, el hombre me abrazó agradecido y con un poquito de ayuda de la iluminación aprecié más los rasgos del hombre, nuevamente se me venía a la mente un personaje más de Hetalia, en concreto Alemania o Ludwig. Tras ese día ambos se fueron, aunque insistía que pasaran lo que quedaba de la noche simplemente no cedieron pues no querían causar más molestias.
Pasaron días y aquel emocionante encuentro solamente había pasado para convertir otra vez los días comunes y deprimentes como siempre. Había tenido la esperanza de volverlo a ver al siguiente día, no se cumplió hasta ese momento en el que tocaron el timbre y sin más bajé a abrir la puerta, encontrándome con sus ojos y hundiéndome en ellos. Interrumpida por un ladrido sonreí a ambos y los invité a pasar cerrando tras de mí. Serví algo de té caliente y algo de comida para el canino, hablábamos de temas que no recuerdo ahora, ambos reíamos o al menos eso hacía yo, era un hombre muy agradable.
Pasaron los días y muy a menudo venían a visitarme, pero precisamente en esa ocasión había traído un ramo de flores muy sencillo pero hermoso, me parecía un gesto muy tierno y le agradecí. Al siguiente encuentro me invitó a dar una vuelta por la plaza con sus demás perros y yo encantada acepté. De regreso de tan hermoso paseo comenzó a llover como últimamente había estado pasando y llegando a mi hogar ya empapados ambos sonreímos y agradecí por aquel paseo, de las pocas veces que el sonreía justamente ese momento lo volvió a hacer y me besó aún bajo la lluvia para después marcharse al automóvil que él había conducido después de llegar a su casa primero para dejar a sus canes. Cerré la puerta y deja escapar un suspiro mientras me deslizaba tras la puerta. El perrito que anteriormente había rescatado para aquel hombre había sido obsequiado a la quica por parte de él y gustosa había aceptado tras intentos fallidos de negación. Y si, le había puesto Ludwig en honor a ese hombre.