Capítulo I.

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La nieve caía serena esa noche de Diciembre del año 1992. 

Era el mes preferido de las familias de todo el mundo para celebrar la unidad, la felicidad y la prosperidad del año que había pasado, incluso del que llegaba. 

Excepto para la familia Kim. 

Ellos esperaban hace años, poder concebir un segundo hijo. Su bienestar económico y su amor en el hogar esperaban pacientemente por un miembro más en la familia que no llegaba, por más que todas las noches se hundieran en oración. 

"No hay nada malo con tener sólo un hijo", les decían algunos. Pero ellos sabían, se sentían incompletos. 

Tenían más amor para dar, el plato de comida que sobraba cada día, que para algunos sólo es error de cálculo, para ellos era el símbolo de lo que esperaban, de esa prosperidad que anhelaban. No económica, sino familiar.

Cada amargo día que pasaba, el hecho de tirar el plato sobrante, pues nadie siquiera lo tocaba, hacía llorar su alma. El pequeño de la casa preguntaba cada día, si cuando sus deseos y sus plegarias serían contestadas.

Hasta que esa noche de Diciembre, finalmente sucedió.

Una luz comenzó a traspasar las ventanas del comedor, donde la familia Kim estaba cenando, aún rogando internamente en sus corazones por el tan anhelado ser que llenara ese espacio que tenían bien guardado para él, o ella. El estruendo fue tan fuerte que los vitrales comenzaron a trizarse, dejando entrar un aire cálido que derretía la nieve a su paso.

Era como una brisa primaveral, y el manto blanco desapareció, para dar paso a un césped brillante, perfumes florales, una cálida sensación de bienestar. Era un milagro. Los colores resaltaban y la felicidad inundó a todos.

Jamás se hubieran siquiera imaginado, que el mismísimo cielo respondería a sus pedidos. 

Luego de la conmoción, salieron todos de la casa, curiosos para ver que había sucedido. Dejaron al único pequeño dentro, puesto que aunque se sentían bien por primera vez en mucho tiempo, no dejaban de temer a lo desconocido. Se sentían tan bien, que sospechaban de ello.

Al llegar al jardín, entre los árboles frutales yacía una roca brillante, casi como un diamante, que iluminaba la fría noche. 

Dentro de ella, un sonido agudo se hacía presente. El llanto de un pequeño bebé, comenzó a surgir. 

Los Kim, aterrorizados y ansiosos, comenzaron a abrirse paso para salvar al pequeño que lloraba desconsolado. El corazón de ambos, como padres, se partía en pedazos y la desesperación por salvar aquella pequeña vida era más fuerte que cualquier otra reacción de huida que hubieran tenido al principio. 

Entre los cálidos cristales, yacía un precioso ser. Un recién nacido, tierno y asustado, lloriqueaba para que alguien lo escuchase y fuera en su auxilio. Era un ser tan precioso y perfecto, aunque de apariencia completamente humana. 

La señora Kim, sin dudarlo un segundo, se quitó el abrigo y cubrió al pequeño con éste, arrullando e intentando que pudiera cesar su llanto, aunque ella misma comenzó a lagrimear al unísono. 

Ella sentía que ésa preciosa criatura era la respuesta a sus plegarias. La señora Kim sabía que en ése momento, estaba arrullando a su pequeño hijo.

De un momento a otro, el pequeño cesó el llanto. Al ser consolado por la mujer, comenzó a dormitar tranquilamente, como si no hubiera sucedido cosa alguna. Como si no viniera de lo más lejano y alto en el cielo. 

Mientras, el señor Kim, divisaba toda ésta situación desde unos pasos más atrás. Siempre había admirado el valor de su esposa, porque él siempre quedaba en shock cuando las situaciones superaban lo que él podía procesar en su cabeza. 

Cuando despertó de aquel impacto emocional, corrió para abrigar a su mujer y al pequeño, y los guió nuevamente dentro del hogar. 

Subieron los escalones con rapidez y llegaron a la habitación que tenían preparada con antelación para la llegada de un nuevo integrante de la familia que pudiera llegar en cualquier momento de su vida. Era su pasatiempo, disfrutaban preparar el nido para su polluelo que venía en camino, aunque no tenían idea de algo tan repentino. 

La dueña de casa comenzó a vestir al pequeño, comenzando con ponerle pañales y con unos enterizos de las telas más finas, abrigando un poco demás, puesto que no sabía si aquel ser diminuto había pasado frío. 

Tomó un biberón que habían comprado hace algunas semanas y salió rápidamente a prepararle algo de beber. 

Tenían todo listo. El destino les jugaba siempre una mala pasada, aunque no perdían sus esperanzas. Cuando creían que finalmente estaban en la dulce espera y se atestaban de nueva ropa, alimentos y accesorios, las manchas en la ropa interior de la fémina la hacían caer en la dura realidad. 

"El estrés causó que tu regla llegara un poco tarde, la cigüeña todavía no viene, lo siento". Palabras que escuchaba con dolor y algo de resignación en las consultas ansiosas que tenía con su médico. Con cada pinchazo y con cada resultado nuevo.

Pero ahí estaban, consolando, vistiendo y alimentando a éste ser.

El padre del hogar se quedó cual perro guardián cuidando y protegiendo su tesorito. Miraba con detalle cada una de las partes del pequeño cuerpo que yacía durmiente en una exquisita cuna, que en un arrebato de tristeza, su mujer había armado y tendido a la perfección. Cada respiro de aquél, se le hacía un suspiro propio. La emoción que llevaba dentro y las ganas de llorar de felicidad no pudieron contenerse al sostener esa pequeña manita que en un reflejo se aferró a la propia.

-Seok Jin-ah, finalmente llegaste hijo. Te soñé, pero finalmente llegaste. Tu mamá te esperaba mucho. 

Ya había asimilado en menos de un segundo y por la vorágine de la situación, el nuevo miembro de su casa, la persona más esperada del siglo. La pequeña luz que cayó del cielo.

El pequeño hijo que una estrella les regaló, después de ver todo su sufrimiento y pesar, sus padecimientos, sus esfuerzos y cada lágrima amarga que derramaron. Cada ilusión que se rompía, ya no importaban. Ya no recordaban ningún malestar, incluso su cuerpo ya no dolía por la tensión y la ansiedad. 

Su hijo estaba en sus brazos. 


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⏰ Last updated: Jul 07, 2019 ⏰

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Los niños de las estrellas.Where stories live. Discover now