El día que los conocí.
Mientras un automóvil del gobierno me llevaba hasta el centro Lincoln. Víctor el abogado de mi caso, un hombre de unos 50 quien había perdido ya todo su cabello y tenía unas grandes ojeras bajo sus ojos, me explicaba que aún tenia que hacer los exámenes de la escuela para graduarme.
-Mi consejo es que ni lo intentes, seguro reprobaras. - aseguró el cincuentón.
-Víctor, realmente haces mal tu trabajo. - sostuve medio riendo.
-Lo sé, debería fingir demencia y que me otorguen vacaciones. O al menos que me aumenten el sueldo. - decía revolviendo papeles que se encontraban en sus piernas. - Malditos burócratas. ¿Y tú, Oksana tienes trabajo además de ser una traficante en tu instituto?
-No es de tu incumbencia,hombre. - refunfuñe mirando hacia la ventana.
-En realidad si es de mi incumbencia, pero esta todo en tu expediente solo quería una conversación normal me olvidé de quetú tienes dificultades con eso. - habló en un tono burlón haciendo ademanes con sus manos y no me reí, aunque quería.
El policía que nos llevaba anunció que habíamos llegado, por la ventana alcancé a ver un gran edificio, aunque lo que tenía de grande lo tenía de viejo y gastado. Las ventanas de la segunda planta tenían barrotes y en algunas las palomas habían hecho nidos.
-No puedo creer que pasaras aquí 6 meses. - dijo por lo bajo mientras nos bajábamos del auto. Tomé mi bolso con ropa, la cual había sacado de mi casa. Por suerte mi padre no estaba y la policía le dejó un aviso. Según Víctor, mi padre no mostró mucho interés cuando supo que me iría 6 meses.
Una mujer regordeta de baja estatura con un uniforme blanco se nos acercó con una gran sonrisa.
-Hola Víctor- habló dándole un apretón de manos y dirigió su mirada a mí. –Tu debes ser Oksana. Yo soy Susan y soy básicamente la que manda aquí.
-Hola. -no supe que mas decirle asique me dedique a mirar al suelo.
-Okay, Oksana te veré en unas semanas. Compórtate, y péinate un poco pareces Méridade esa película de niños.
-Hubiera alcanzado a peinarme si tu no me hubieras sacado a rastras de mi habitación.
-Como tu digas, niña. Adiós Susan, llámamesi algo sucede.
-Eso no será necesario, ¿Verdad Oksana?- dijo Susan mientras saludaba con la mano a Víctor que ya se había subido al auto de nuevo.
Ella puso su mano en mi espalda y me dirigió dentro del edificio. Por dentro el establecimiento no era mucho mas encantador que afuera, el color de las paredes era un gris gastado y en algunas esquinas la pintura se había caído por completo dejando ver ladrillos en su lugar. Había grandes cantidades de polvo en el aire que me hicieron toser varias veces, Susan dejó mi bolso en un sofá que había a la izquierda de la gran sala que supuse era la recepción.
-Firma aquí. - habló una mujer sentada en un escritorio ubicado a la derecha de la habitación. Hice lo que me pidió, y ella le entregó el papel a Susan
-Oh no, Cassandra. Tu los archivaras esta vez mmm uh- hablaba Susan dejando el papel sobre el escritorio de nuevo. - Las mujeres negras ya no somos esclavas de ustedes blanquitos. Además, yo archive los últimos 2.
Cassandra, la secretaria, tenia el pelo gris y algunas canas a la vista. Sus ojos celestes estaban cubiertos por unas gafas negras y ambas mujeres parecían tener la misma edad, unos cuarenta y tantos. Pero al contrario de Susan, la secretaria era delgada y vestía un traje gris sin planchar.
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Dulce Criatura.
JugendliteraturCayeron de las estrellas. Su amor, fue tan fugaz. Y a la vez, tan intenso. Que se podría comparar con una caida. De las estrellas. Se amaron tanto, que su caida impacto de la peor manera contra el suelo. Se partieron. Se consumieron. Si. Cayeron...