Quizás fue el destino

CAPÍTULO I

Estaba sentada en mi pupitre cuando entró el profesor por la puerta.

Había cogido uno de los pupitres de primera fila ya que me encanta enterarme de todo y en la fila de atrás me era muy difícil concentrarme.

A ambos lados me encontraba con dos pupitres vacíos, dos pupitres ocupados por personas que, sin yo saberlo aún, marcarían mi destino.

- Buenos días, soy el señor Martínez - dijo un hombre alto y calvo.

- Hola, ¡perdón profesor! - exclamó una chica que entraba exhausta por la puerta. - ¿Puedo pasar?

- ¿Qué le ha sucedido señorita Johnson? - preguntó muy serio. - Sabe muy bien que a diferencia de otros profesores menos responsables, yo no tolero ningún tipo de retraso durante mis horas de clase.

- Disculpe, el tren se ha parado y hemos tenido que esperar a que lo pusieran en marcha.

- Está bien, pase, pero que sea la última vez - proclamó muy estricto.

- Sí, no se preocupe, gracias.

Era una chica totalmente opuesta a mí si a lo físico nos referimos.

Ella era una chica morena, alta, con unos ojos verde esmeralda muy grandes y expresivos, unos labios carnosos y rosados y con un cuerpo delgado que a su vez estaba lleno de curvas mientras que yo tengo un pelo rubio cenizo, soy muy bajita, con ojos marrones muy comunes, unos labios delgados y pálidos y un cuerpo delgado y poco desarrollado.

Ella se sentó a mi lado y comenzó a sacar todo su material mientras me dedicaba una amplia sonrisa con sus dientes blancos como perlas.

- ¿Eres nueva por aquí? - me preguntó.

- Sí, me llamo Saray - contesté tímidamente.

- Yo soy Indira, encantada. Ten cuidado con este profesor, es muy estricto - rió.

- ¡Silencio, va a empezar la clase! - exclamó el señor Martínez.

Una amplia sonrisa se dibujó en mi cara mientras preparaba mis cosas para mi primera clase en la universidad.

El pupitre que había a mi derecha permaneció vacío mientras atendía emocionada a la clase y los minutos se me pasaban volando debido a mi interés.