Capítulo X

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Se mantenía encerrada en casa, evitando el contacto con las demás personas. Si era mentira, ¿por qué se escondía? Dirían todos quiénes la vieran, pero la razón era el temor de la reacción de las personas hacia ella. Ya medio mundo sabía al respecto de esa noticia que no había causado más que problemas.

Los días transcurrían y Akira hacia lo posible a través de los medios, diciendo que solamente eran buenos amigos. Aún así nadie le creía ya que, cuando le hacían preguntas al respecto de su relación, este se quedaba guardando silencio al no saber que responder.

Unos golpes a la puerta de su habitación, ocasionaron que levantará la cabeza de la almohada. Estaba entredormida, queriendo escapar de aquel mal sueño.

—¿Quién es?— interrogó alzando la voz para ser escuchada, a la par en que se sentaba a regañadientes y pasaba sus manos por su cara, intentando espantar las ganas de dormir.

—Soy Akira, ¿puedo ingresar?

La voz del muchacho hizo que se despertara más. Dio el permiso de ingresar y así fue. Mientras que ella acomodaba un poco su desordenado cabello, el de rosados intentaba acostumbrarse a la falta de luz.

—Parece que te has convertido en vampiro, amiga— a tientas, llegó a la mesa de noche para así encender la pequeña lámpara que estaba encima.

_____ no dijo nada y se dejó tumbar sobre la cama.

—¿Alguna idea?

—No...— negó quejándose la castaña.

—Vengo a ayudarte. Tengo algunas ideas que podrían alegrar tu día— sonrió, intentando contagiarla, pero no se pudo.

El chico sacó la mochila que llevaba al hombro para poder abrirla y sacar, de adentro, algunas viandas para pasar el tiempo. La castaña se levantó de su cama, arrastrándose hasta llegar al escritorio y encender la luz de allí.

—Oh no, no señorita— rápidamente, se dirigió hasta allí el apellidado Yamatoga para apagar esa lámpara también.

—¿Y entonces cómo veré para escribir?— interrogó confusa.

—Con la luz solar— dijo obvio para ir hasta la venta, correr las cortinas y las persianas, dando paso a los rayos de sol de la tarde.

—Agh...— se quejó tapando su rostro con uno de sus brazos, específicamente, sus ojos.

—Ahora si podemos comenzar— se notaba una gran energía positiva. La noticia no le había importado, ya que todo se trataba de una mentira. Pero a ella sí.

—Esta bien— dijo a penas, entre quejándose y desanimada.

Tomó una hoja de papel y comenzó a dibujarla en las orillas, intentado hacer que la inspiración fluyera.

Los minutos pasaban, y la apellidada Araki seguía concentrada en su obra de arte, intentado hacer un mándala. Apretando sus labios entre sí y los ojos algo más abiertos de lo normal, Akira la veía sin pronunciar palabra alguna, no sabía qué hacer.

Sacó su celular del bolsillo de su pantalón para chequearlo un poco. Fue a su playlist favorita y la colocó, dejando escuchar una de las canciones más famosas del rubio que la muchacha tanto amaba. Eso mismo, provocó que _____ se quedará quieta en su lugar, en una buena postura.

Lentamente fue girando para encontrarse con la mirada algo preocupada de su amigo. Pero a pesar del miedo que le había causado, ella sonrió.

—¡Tengo una gran idea!— exclamó levantándose de su lugar para abrazar con todas sus fuerzas al de cabellos rosados, el cual seguía perplejo de lo que había sucedido.

—Entonces...— cayendo a la realidad —¡comienza a escribir!

Ella asintiendo y con una gran sonrisa, volvió a su asiento. Primero anotó unas palabras claves, las cuales la guiarían mientras que ella escribía. Luego de unos minutos, comenzó con la primera estrofa.

Finalmente estaba funcionando, una sonrisa aliviada surcó los labios de Akira Yamatoga para dejarse caer en la cama de su amiga. Esa sería una gran letra si, con solo escuchar la introducción de una de las canciones del de ojos celestes, estaba inspirada.

[...]

—Entone un poco más— decía el encargado del audio, estando con los grandes cascos e indicándole al cantante que hiciera lo que le había pedido.

Llevaba días grabando la misma canción y seguía estancado en la misma parte. Asintió algo desanimado para acomodarse y seguir grabando.

—En 3... 2... 1...— y se pudo escuchar como la música inundaba los audífonos del muchacho.

Estaba por comenzar a cantar la primera estrofa que se quedó petrificado. No se movía ni decía nada. Solo estaba quieto, viendo hacia el suelo con pesar, con la boca ligeramente abierta por haber intentado pronunciar algo.

Nuevamente estaba pasando. Estaba pensando en ella.

Su mánager chocó la palma de una de sus manos en su rostro, comenzando a molestarse por ello. Estando presente o no, lograba distraer al cantante.

—Un momento...— dijo saliendo del estado ese el rubio, mientras se quitaba los audífonos.

Salió de esa sala de grabación para salir corriendo de ese edificio, siendo perseguido por varias personas, que intentaban detenerlo. Pero aún así, él no se detenía. Al llegar a la entrada, finalmente lo hizo.

Se quedó de pie con la mirada perdida, notando como algunos fans estaban allí esperando por un autógrafo suyo o foto.

Había sentido una corazonada de que saliera afuera porque ella estaría allí. Cerró con fuerza sus ojos para saludarlos a todos con una gran sonrisa, luego de haberlos vuelto a abrir.

ESTRELLITA |Zac El Alba y tú|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora