→ underdog!

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Si había un lugar seguro para Temo eran los columpios, no había nada mejor que columpiarse arriba y abajo dejando que el viento acariciara su rostro, sentir que sus pies no tocan el suelo como si estuviera volando

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Si había un lugar seguro para Temo eran los columpios, no había nada mejor que columpiarse arriba y abajo dejando que el viento acariciara su rostro, sentir que sus pies no tocan el suelo como si estuviera volando. Se perdía por un segundo y olvidaba todo que lo hacía sentir inseguro o decepcionado de sí mismo. Sin duda, Temo iría a los columpios cada vez que se sentía mal para no molestar a sus amigos o a su familia. Podía pronto cumplir quince años, pero columpiarse esa linda canción en inglés que su hermana Ana Lupe le había enseñado siempre lo hacía sentir seguro.

Mucho más cuando ese día había tenido un ataque de pánico horrible. Temo ya había terminado con Mikaela, ahora son amigos y seguían hablándose como si nada hubiera pasado. Amaba que Mika fuera así de relajada, esa era el contraste de su relación, (ahora amistad) que cuando Temo perdía la cabeza, Mikaela iba con la corriente. Sin embargo, ya no tener novia hacía, de alguna forma, que Temo se pusiera mucho más nervioso cerca de Thiago, por lo que su ataque sudoroso de pánico llegó cayó como anillo al dedo para el destino que buscaba avergonzarlo cuando asignaron a Thiago y Temo un ensayo juntos. Nada más estuvo diez minutos con Thiago y luego empezó a sudar como cerdo.

Ahora Temo estaba bañado y cambiado de ropa columpiando sus problemas con suavidad.

—Let's go up, let's go down, that's how we make the swing go round. —cantaba el castaño mientras se columpiaba, sin poder ser más adorable.— Drag your feet, you go slow, the more you drag, the less you go. Legs go up—.

—Linda canción. —escuchó a alguien hablar detrás de él y era un eufemismo decir que su nerviosismo lo hizo parar de golpe. ¿Qué hacía Aristóteles allí? O una mejor pregunta, ¿Por qué Aristóteles le estaba hablando? Temo se moría de vergüenza, lo había atrapado en los columpios como niño chiquito.— ¿Tienes una para el tobogán también?

—We go down, we say yaiy, we don't climb up, that's the wrong way. —Temo respondió cantando tímidamente.

Aristóteles soltó una risita.

—Neta no entendí ni el inicio, me choca el inglés. No soy bueno en la materia. Aunque no esperaba que tuvieras una canción para el tobogán. —Aristóteles sonreía y eso hizo a Temo sonreír de lado.— ¿Muffin de chocolate, no?

Temo se emocionó internamente, Aristóteles le había puesto un sobrenombre.

—¿Aterrador jugador de básquet? —dijo Temo tratando de ser creativo, exhibiendo cuando lo intimidaba Aristóteles.

El rizado hizo una mueca al apodo y Temo se sintió algo mal de haberlo hecho sentir mal, pero antes de que Temo pudiera disculparse, Aristóteles habló.

—De hecho, me llamó Aristóteles.

—Lo sé. —asintió Temo.— Soy Temo.

El rizado se acercó un poco más a los columpios, el castaño se tensó un poco al verlo invadir su lugar seguro, pero quería darle a Aristóteles el beneficio de la duda. Con pasos lentos, el rizado se agarró de la cadena del columpio junto a Temo.

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