PREFACIO ♱

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| Hasta el infierno puede ser un buen hogar. |

Todo comienza con tu hermosa sonrisa.

18 de octubre 1996

Era un hermoso infierno. Una desastrosa oscuridad. Un maldito desastre.

Era un niño solitario, reservado y con poca empatía, cualquiera provocaría su frustración, no comprendía la sonrisa radiante de los demás, el entusiasmo de las personas a su alrededor. Desde pequeño su soledad era lo mas reconfortante, estar en su cuarto; era su hogar y armonía, era su lejanía después de escuchar gritos, sentir golpes, contener el llanto, no le importaba nada ni nadie, crecer con padres amorosos un sueño irreal que en éste tiempo no le importaba, desde pequeño tuvo que esconderse debajo de una cama para que no lo encontrarán y así no poder hacerle daño, una mujer que no le interesaba ser algún día madre la que siempre buscaba cualquier excusa para golpearlo, un hombre que siempre demostró ser un perfecto padre para los demás menos para él dejando un vacío. Un vacío que llenaba con dolor.

Aquel día empezó todo...

—¿Dónde estás mamá? .—el gritó de una niña alerto su espacio en aquel bosque llamando su atención, siendo visible para él la figura de una niña en una búsqueda desesperada

Sus ojos cruzaron con los del desconocido, él en una mirada fija en aquellos ojos inocentes y ella en una tímida vulnerable sonrisa reflejaba su nerviosismo, con un sutil movimientos de piernas la pequeña se acercaba sin sentir el peligro.

—¡Ayúdame! —suplica al tomar su mano —Mi mamá fue a comprar.  —continúo — y no llegó a casa. Me he perdido al salir sin permiso en su búsqueda. Solo quería acompañarla. —sus ojos azules llorosos brillaban intensamente a la luz del atardecer frío, un comienzo del invierno.

—Puedo ayudarte. Te llevaré a casa. —sostiene delicadamente su cabeza acariciando su cabello rubio despeinado que tenía la infante tras su desesperación. —¿Cuál es tu nombre?

—Me llaman zafiro. Me gusta que me nombren así, mi nombre real es horrible. —Se queja sonriente —Mi madre piensa lo contrario, pero yo lo odió. Aún más cuando el origen es por mi padre. —se queja

—Es un hermoso apodo, solo deja de llorar iremos a tu casa.

La niña curiosa movía su cabeza aceptando sus palabras ella sostuvo sus manos fuertemente por segunda vez confiando en él, recordando lo dicho por su madre, le había enseñado que a las personas mayores debía de darle respetó sea la edad que tengan no importaba debía de confiar más, aún cuando solo vivían en un pequeño pueblo a la lejanía de la ciudad con frondosos bosques a su alrededor. En la soledad, olvidó.

Inocentemente no recordaba dónde vivía su infancia siempre estuvo con su madre pero cuando ella de un momento a otro se fue y no volvía su preocupación brotó en angustia.

—Confía en mí. Eres una buena niña.

Sonreía dulcemente atrayendo con su belleza a la niña. Al ser una tarde desolada caminaban por el sendero indicado por la pequeña, en lazos de recuerdos de ella, siendo una eternidad llegaron a su casa después de varías horas dio saltos para alejarse de él, sintiendo su corazón bombear feliz fue detenida abruptamente tras sentir el tirón del mayor.

—¿Quieres jugar? —preguntaba acercándose a ella sonriente, la pequeña solo miraba curiosa su rostro, sin temor alguno daba saltos alrededor de él inocentemente.

Esa confianza había abierto posibilidades.

—¡Si! .—ingenuamente aceptó dando un gritó infantil.

—Vamos te divertirás.

Con un nuevo plan la guío fuera del camino alejándose de su hogar.

Los gritos, el sollozó, el lamentó se escuchó en lo más profundo del bosque, clavándose en su piel como una necesidad, una excitación insaciable.

Añoranzas

Mi diamante perdido...

Mentiras...

Yo no soy el culpable.

Perturbaciones...
















Historia reescribida

Empieza 10|12|2022
Termina sin fecha
Editada sin fecha

BELIAL I | Perturbación ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora