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Siempre me ha gustado ver los ojos de los demás cuando conversamos, no por algo de estética, y tampoco es por aparentar prestar atención, es otra cosa. Estoy hablando acerca de conversar con la versión real de las personas. Al menos para mí, eso de que los ojos son la puerta del alma, tiene mucho sentido. ¿Podrías establecer una relación sin haber cruzado nunca una mirada? Debería ser parte del listado de cosas por hacer cuando estás conociendo a alguien.

―Lorenzo, ¿Me estás escuchando?

―Sí, Daniela. Hablabas acerca de cómo te verías usando ese vestido rojo que tanto quieres comprar.

Aunque no están al mismo nivel, la primera mirada no dista mucho del primer beso. Ambos solo dependen de su otro par para completarse, no necesitan de otra cosa. Cuando besamos, solo buscamos la aprobación de los labios del otro, y cuando miramos a alguien, es similar, más si gustas de esa persona. Después de todo, así como en el beso, donde cada parte va al encuentro, cuando miras y no encuentras réplica, ¿Qué sientes? Es como un desazón constante, un pequeño vacío.

Ahora estarás pensando, ¿Y qué pasa con los que son tímidos o con los que mienten mirándote a los ojos? Hasta la persona más introvertida te mirará a los ojos cuando te hable de lo que más le apasiona y no puedes culpar a un mentiroso por engañarte en tus narices. ¿Sabrías detectar a un mentiroso besándolo? ¿Preguntándole algo? ¿Golpeándolo? Tal vez sí, pero es mucho más probable que no. Mamá siempre repetía que a un mentiroso se le atrapa por sus actos, y que caen primero que los ladrones.

―Lorenzo, ¿Qué acabo de decir?

―Me estás contando que como tienes tantos seguidores en redes sociales, harás algo de publicidad para ganar dinero fácil y poder gastarlo en ese vestido para lucirlo en la próxima fiesta.

Si hablamos de miradas, todas son distintas, es una combinación entre la personalidad, la figura de los ojos y el cómo te desenvuelves frente a los demás.

Existen miradas tan cálidas, que te reconfortan tal cual un sol de verano abrazando tu espalda. Te transmiten tanta seguridad y tranquilidad, que podrías terminar con los ojos secos por olvidar pestañear. Por otro lado, sonará contradictorio, pero las miradas frías, no te hielan, al contrario, suelen ser apacibles, sinceras y sin temor a mostrarse, no huyen de ti. Sin embargo, no puedo dejar de sentir que son algo distantes, es como si vieran más allá de uno, como buscando algo más. ¿Será que inconscientemente buscan el calor de otros ojos?

Durante un tiempo, en mis ojos habitó una primavera perfecta, todo brillaba. Pero las estaciones son solo una parte del calendario, y mis ojos cayeron irremediablemente en un invierno ártico. La única manera de sobrevivir fue aferrarme a una imagen del pasado, que a modo de vela, se consumió hasta ser un mísero charco de cera. Un rastro de existencia irrecuperable.

―¿Por qué pareciera que no estás aquí?

―Daniela, no quiero que lo tomes a mal. Pero que solo hables de cuán bien lo pasaste el fin de semana en el Paradise o que hables tan superficialmente de otras personas, me tiene un poco podrido, esa es la verdad.

―Pensé que serías más simpático, ya veo por qué dicen esas cosas de ti.

―Qué lástima, yo también pensaba que eras más que esa simple cáscara que le muestras a todos.

―Eres un idiota, ¿Lo sabías? 

―Lo sé, gracias por ser tan sincera conmigo. Respecto a lo que los demás dicen sobre mí, no me conoces. Fingiste interés en mí y me invitaste a salir porque pensaste que quedaría bien en tu historia de Instagram o algo por el estilo, no seré parte de tu juego.

No Mires AtrásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora