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La lluvia azotaba las ventas del automóvil, me fijé en el reloj de mano. Hacía ya aproximadamente media hora desde que Alice no regresaba al aparcamiento.
Decidí salir a buscarla, cabizbajo, con la mirada perdida.
En el interior de mi cabeza predominaban dudas constantes, cosa que me hacía sentir un peso al no poder responderlas todas.
¿Cuál era mi nombre?¿Quién era yo?  ¿Alguna vez tuve familia?
Al pensarlo e intentar conseguir una idea, sólo hallaba algo que dejó un rastro en mi mente. Lo que alguna vez fuí. Lo que alguna vez viví. Lo que alguna vez sentí.

No lo podía saber con certeza; ése alguien ahora era un hombre de no más de veinte años, el cual ni siquiera recordaba de dónde provenía. Sólo buscaba respuestas.

Interrumpiéndome en esas dudas, reanudé la misión en la que me encontraba en ése momento.

Debía recorrer el alto edificio apodado "Luciérnaga". Algo razonable, ya que era redondeado con basta iluminación.
Desatornillé uno de los ductos de ventilación, seguido de eso me introduje en el interior del lugar, recorriendo con la mirada cada espacio. Conforme a eso, las cosas quedaban anotadas en mi mente: cuatro ventanas, dos puertas a salas y una salida de emergencia. Tenía cuidado de no emitir sonidos o movimientos sospechosos que pudieran emitir una alerta.

La zona tenía los cajones de la recepción abiertos, algunos artefactos  de organización y memorias estaban regados alrededor. Quizá el mismo desorden había sido causado por la inspección de Alice minutos atrás.

No había mucha tensión en el ambiente, aunque algunas venas lograban marcarse desde mis brazos hasta la parte superior de mis manos. En un breve acto desembolsé mi arma. Ésta misma poseía bordes de metal que hacían resaltar el resplandor que se notaban en sus detalles finos y curvos, de tonalidad azul.

Teniéndola entre mis manos, subí escalón por escalón, apenas pudiendo ser escuchados los pequeños golpes entre la suela de mis botines y el suelo.
De pronto logré escuchar una voz. Mis pasos cesaron de momento. Junto a una pared, recargué mi espalda contra ella mientras elevaba el arma a nivel de mis hombros. Mis ojos se movían en dirección de cada pedacito del lugar blanco y brilloso.
No había tardado en reconocer que había una voz extra, femenina. Era mi compañera.
De momento mi corazón aceleró y podía sentir cómo me costaba inhalar. A pesar de eso, mis manos seguían firmes y dispuestas a tirar del gatillo si era necesario.

En ese instante, mi primera meta era salir de ahí con ella ilusa. La segunda se trataba de mí.

Antes de actuar, preferí escuchar con atención sus voces.

—Si no me dejas ir, tendré que matarte. Te conviene soltarme si prefieres seguir con vida.— inquirió Alice, dejando salir ruido de forcejeos .

—Tengo suficiente cerebro para saber que no valdría la pena dejarte ir.— respondió una voz ronca.

—¡Vaya! ¿De verdad? Yo siempre pensé que los reptilianos tenían el cráneo vacío.— decidió contestar, con un tono de burla.
Se alcanzó a escuchar el resoplido del hombre-reptil.

En un movimiento fugaz, hice el intento de disparar hacia el pecho del enemigo con el arma de láseres, su sangre azul comenzó a brotar de su pecho. Y cayó al suelo en instantes.

Por más increíble que me parecía, no había revisado correctamente el lugar; dos reptilianos más se hallaban a espaldas de dónde estaba Alice. Ella se encontraba amarrada a una silla, cubierta de una fina capa de sudor. Su pecho se elevaba medianamente rápido, conforme su respiración. Eso me hacía pensar que habían tenido una lucha antes, a juzgar también por algunos enrojecimientos en su piel.

Antes de proceder a desatarla, confronté a los enemigos restantes. Uno de ellos disparó con su arma sin haberlo pensado dos veces; en un acto reflejo corrí en dirección contraria a los disparos, escudándome en una mesa que estaba ahí. De un momento a otro salí de mi escondite para devolver los disparos con mi arma hacia los contrarios, un tiro hacia uno de ellos lo dirigí a la cabeza y al otro con dos disparos en el cuello.
Ambos sujetos habían caído al suelo, al escuchar sus cuerpos caer fuí directamente a desatar a Alice de la silla.

—Tardaste demasiado.— Comentó mientras que yo restregaba una navaja en las cuerdas que la amarraban.

—No sé de dónde vengo exactamente, pero no te abandonaría.— Agregué a modo de réplica, dejando caer las cuerdas al suelo.

Soltó una carcajada leve, una vez liberada siguió mi camino hasta que salimos del edificio. La lluvia se había calmado, pero el cielo seguía nublado. En nuestro móvil se notaba cómo brillaban las gotas de lluvia. Desbloqueé el ingreso al auto, acercando mi rostro esperando a que  el reconocimiento facial hiciera su trabajo.
Entonces, ingresé al lugar del piloto. Era un transporte pequeño, bien parecido a una rueda. Ya que tenía rectos los costados y curvo el perímetro.

Después de que Alice de sentará detrás mío, arranqué tiré de la palanca para arrancar. Con la tecnología que aportaba nuestro transporte, no tardaríamos más de quince minutos en llegar.

Aparcamos en un espacio en una zona techada, casi ausente de luz y color. Salimos del móvil, caminamos hacia la puerta corrediza y ahí estaba.
La primer persona que conocí, después de mi amnesia.

Robert. Un hombre mayor, con suficiente porte como para ganarse respeto con sencillez. Era fácil imaginarlo como una figura paternal. Dirigió su mirada de inmediato hacia nosotros, con sus pupilas fijas en nuestros seres. Quizá notó los golpes sobre la piel de Alice; ya que en pocos segundos sus cejas pobladas denotaron angustia.

—¿Qué les pasó? ¿Fueron a otro lugar además de la luciérnaga?— cuestionó, otorgando su brazo a Alice por el estado en el que estaba.

—Para nada. Pensábamos que el edificio estaba vacío hoy para que pudiéramos buscar el archivo. Pero pasó al revés, los archivos estaban vacíos y el edificio no.— Respondió Alice con absoluta calma, mientras reposaba en un banquillo.

Robert me miró con una ceja alzada, sin hablar o dar respuesta.

—Nos sorprendieron unas lagartijas en el proceso.—complementé con un tono de sarcasmo.

—¿Cuántos eran?— me miró, dándole vueltas con una venda alrededor del brazo de Alice.

—Tres. Pero eso no era lo importante... Se suponía que hoy el edificio no tendría acceso, ¿Cómo sabían que estaríamos ahí?- Respondí frunciendo el ceño, colocando mi mano por debajo de mi barbilla.
—Alguien debió habernos seguido.— murmuré con seguridad.

—O tal vez alguien nos estuvo espiando— Sugirió Alice, apenas levantando la mirada.

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⏰ Última actualización: Nov 05, 2023 ⏰

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