En el pequeño gran pueblo de Strofestein vivía una persona como tú, como yo, como todos, una persona que buscaba el éxito, él buscaba ser aclamado por todos, tener dinero por montones y una familia que lo quisiera, que lo amara. "No va a ser un camino fácil, incluso llegaría a ser difícil, pero así es la vida" se repetía así mismo.
En el camino a su gran vida se encontró con muchos problemas, gente que lo traicionaría, gente que solo buscaba arruinar la vida de otras personas y muchos más problemas de una sociedad como la de hoy en día, sin embargo, a pesar de tantos problemas por el otro lado estaba el lado bueno de todo, su familia, gente que lo apoyaba, que lo quería y que siempre estaría para el cuándo más lo necesitara.
Así que tuvo una vida como la mayoría la tiene, momentos buenos y momentos malos, y aun así nunca se dio por vencido, al final del gran trayecto no pudo conseguir todo lo que se propuso, pero se dio cuenta de que no hace falta gran cosa para ser feliz, no hace falta una gran casa, un auto carísimo, incluso tener mucho dinero.
Lo único que le hizo falta tener fue una familia que lo quisiera, una esposa bella que el no entendía porque lo amaba siendo el tan feo, pero ella todos los días lo apoyaba y le decía palabras bonitas, lo que le daba aliento para seguir adelante, luego su familia se extendió y tuvo unos hijos que para el eran tan bellos como su esposa, los vio crecer, casarse, formar una familia por su cuenta.
En sus últimos momentos de vida, miró a sus hijos y a su esposa y les dijo "todo este tiempo he estado buscando riquezas, una vida perfecta, y me doy cuenta de que lo conseguí, no de la manera que muchos piensan, no tengo demasiado dinero, pero con ustedes he alcanzado mi sueño, al final encontré el arcoíris, mi arcoíris, mi familia" una lagrima de alegría recorrió su mejilla y como si fuera una película o una obra de arte murió con una sonrisa en su cara.