El 22

27 0 0
                                    

Hoy he decidido que lo quiero a el en mi vida, nos hemos citado como siempre en las escaleras, estan tocando la puerta, me levanto de mi cama rapidamente, me ubico frente al espejo, miro detenidamente mi rostro, creo que estoy como siempre; presentable.
De camino a la puerta noto como mis mejillas nuevamente se llenan de color,  siento como los nervios recorren mi cuerpo, lo inundan y ahora me dominan, tomo la puerta y abro, noto de inmediato que no es el, siento más nervios aun, me pregunto una y otra vez ¿vendrá?. Nuevamente tocan la puerta, mi cuerpo sigue dominado por los nervios y la ansiedad, ¡es el! ¡ es el!, la sombra que se puede divisar en la puerta me indica que es el, abro muy lenta y torpemente la puerta, lo veo a los ojos y es inevitable notar que esta un poco nervioso y yo me siento igual o peor.
Luego de unos minutos de vernos muy detenidamente, de saludarnos con un fraternal beso en la mejilla, deseando un rose entre labios, nos acercamos a nuestro lugar perfecto; las escaleras de la plaza, dialogamos un lapso de tiempo bastante largo, aunque a su lado las horas solo parecen minutos, segundos y solo la oscuridad del cielo nos indica que es momento de separarnos, es ahí cuando decidí que el es perfecto, quiero sus besos en mis labios, quiero su aroma en mi ropa, quiero y deseo que sus brazos rodeen mi cuerpo como un sinónimo de afecto, el me toma de la mano y muy sutilmente me brinda su ayuda para levantarme, todo un ejemplo de caballerosidad tatuado en su esencia, es ahí cuando de mi boca emana una corta pero poderosa palabra que cambiaría todo nuestro presente, y futuro:
-si-
El solo tuvo un beso entre sus labios para responder. Fue maravilloso, nuestro primer beso de buenas noches.

¿BUSCAMOS LO MISMO? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora