Único

3.1K 256 283
                                    


Se descubrió a sí mismo disfrutando del momento.
Se juraba y perjuraba que todo aquello era únicamente parte del show que ya había planeado con lujo de detalle y anticipación, le gustaba repetir palabras de ese tipo en su mente, porque así era más fácil.

Aquello era mucho mas fácil que solo aceptar que el chico incluso le caía bien. Porque... ¡Eso no podía estar pasando!

Ese niño era solo un obstáculo, una piedra grande que se atravesó en su camino y la cual él debía remover. Eso, solo era un mocoso tonto que por lo que oía, pintaba a ser todo un nerd y un desastre con las chicas. El típico niño patético de secundaria. ¿Cómo podía alguien así caerle bien o incluso divertirse genuinamente con las tonterías que soltaba?

No podía ser, aquello era una locura y por eso Quentin se negaba a aceptarlo. Pero mientras mas le reclamaba a su propio cerebro, por fuera más se reía y poco a poco su subconsciente lo traicionaba y terminaba por olvidar el odio y el rencor en que se quería concentrar.

Terminó por resignarse y aceptar que era inútil.
Pero se limitó a pensar que todo eso era por estrés, quizás el muchacho le recordaba estúpidamente a su adolescencia o algo así. Talvez por eso se reía de forma inconsciente y se descubría a sí mismo preguntándole cosas al chico y con genuino interés. De pronto se relajaba y disfrutaba el tiempo.
El alcohol lo había soltado un poco, eso debía ser. Aunque tampoco había tomado mucho.

A diferencia de Peter.
Al principio, Beck se había negado a invitarle un trago alcohólico por la edad que dijo que tenía. Pero el mocoso lo había mirado con unos ojos como si el mundo se fuese a acabar en ese instante si no lo hacía sentir como un completo adulto con su vodka en las rocas.
Se había reído, y no supo muy bien como, pero accedió y pidió un trago para el chico. Al que luego le siguieron muchos más, varios; que Quentin simplemente perdió la cuenta.
Y sinceramente, no era para nada que fuese un buen samaritano queriendo evitar el alcohol para Peter, eso le importaba menos que un comino.
Pero no podía evitar sentirse raro, era extraño.

Porque para Quentin, matar a Peter si el plan así lo requería, no era nada extraño; pero darle alcohol si lo era.

No tenía idea y la verdad no le interesaba cual era la mayoría de edad para beber en República Checa, pero de igual forma esa cantina era falsa al igual que las personas que ahí estaban. Sus compañeros solo lo miraban extrañados, pensando que estaba perdiendo mas tiempo del necesario.

De todas formas, luego de un rato y charlas de las que se había sorprendido deseando no terminaran aun; Quentin había obtenido lo que realmente deseaba desde un principio: los lentes de Stark.

Al parecer, el chico sí fue lo suficientemente estúpido para dárselos. Con unas simples palabras, humildad y heroísmo fingidos, quizás una que otra sonrisa, el niño había caído en su juego.
Hasta fácil se le hizo. Casi que no lo podía creer cuando Peter sencillamente le dio los lentes, alegando algo tan tonto como que él era el héroe indicado y que quizá había malentendido las palabras de Tony Stark.

Hm. Quentin bien sabía que eso jamás podría ser. Stark era un montón de cosas, pero no alguien de irse con rodeos y acertijos complicados. Él era directo, si decía algo a secas es porque así era y ya.
Los lentes eran para Peter y ya, sin acertijos.
Uno de los tantos motivos por los que odiaba a ese ególatra ingeniero. Primero trataba a su invento como una basura solo para venderlo mas tarde, y ahora se reía del mundo entero dejándole millones de dólares en armamento a un niño.

Con ese tipo de pensamientos en mente, es que buscaba volver a enojarse lo mas posible con él y con todo, y para de paso olvidar que quizás el niño empezaba a caerle bien.

Esto no cambia nada ❇ MysterySpiderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora