Voces del lo pasajero.
Las voces del viento en la noche murmullan los secretos que los fantasmas del pasado tratan de ocultar, y que las memorias del ayer arañan la invisible pero gruesa línea que existente entre la felicidad y la tristeza absoluta, la cual es muy apetecida por las almas en desgracia que se alimentan de nuestro sufrimiento, siendo a la vez egoístas pero hermosas, aquella belleza que solo pueden comprender aquellos que entienden la dulzura de una miseria verdadera y no una alegría fingida.
Obsesionado por la locura.
Después de un frio y triste abrazo, se marcho y sus pasos largos marcaban el compás de la canción que escuchaba cuando era niño y en mi cabeza una melodía que trae melancolía y paranoia, una melodía capaz de marcar un corazón amargo y apagado. Corazón que ahora no me pertenecía, ya todo acabo para que mentir más, la luna no es de queso ni las nubes de algodón, los hombres no son buenos y tú a mi ya no me importas. Me vendiste para poder salvarte tú, se puede considerar que ese acto final fue algo egoísta, pero ¿sabes? Fue más egoísta de mi parte el desearte con locura y pasión, quererte para mí solo. Sentía celos de como el viento podía acariciar tú piel a su antojo y sin tú permiso, el solo hecho de que la luna siempre te podía contemplar me enfermaba, por mis venas corría una brutal obsesión por tus pupilas tristes, los rasgos definidos de tu rostro, por tú silueta sutil en la oscuridad y por tú sonrisa que jamás sería mía.
Dulce soledad.
Algo dulce en verdad ha de ser la exquisita soledad, la que siempre te acompaña y está en tus horas más oscuras, tú mejor amiga tú fiel compañera. qué en ciertas ocasiones se encuentra acompañada de una al igual dulce melancolía y juntas hacen de tus noches tal vez las más llenas de compañía, porque aunque antes te encontrabas rodeado de personas, estas estaban llenas de pensamientos vacios y banales, lo cual te hace desear más convivir diariamente con estas dos chicas. Ellas me dan una felicidad celestial pero extraña a decir verdad, pero aún así satisfactoria. Es como el éxtasis del Doctor Jekyll al convertirse en Edward Hyde para poder cometer todas sus fechorías sin culpa alguna, pero mucho mejor porque no tengo la necesidad de esconder a ese ser malignó que me pertenece y apena pero me gusta sentir, porque cuidar mi buena reputación, es lo que menos me interesa en esta ocasión.
ESTÁS LEYENDO
Dibujar palabras.
PoetryFrases e ideas brotan de mi cual llanto de niño desconsolado.