Cap 1

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En donde esta Emilia?

Emilia
Era bastante tarde, el soundtrack de Harry Potter no paraba de sonar indicando que mi alarma no está dispuesta a parar. Me levante a regañadientes con el rímel corrido trate de pestañear y estirar mi mano para ponerle fin a la sinfónia. No entendía por que algo que me hacía tan feliz ahora me resultaba tan irritante, después de acabar con mi tortura cheque el día, 1 de Octubre, hoy era el día y si mi humor estaba delicado ahora se encontraba por los suelos. Me levante a la fuerza y tome una toalla de mi closet, el baño no me reconfortó como solía hacerlo y por primera vez el agua caliente no relajaba mis músculos, quemaba mi piel y me hacía padecer enrollé mi cuerpo en la toalla y caminé a mi habitación, dirigí mi vista en el espejo sin evitar pensar en cómo había llegado hasta ese punto, tenía el cuerpo repleto de moretones, quemaduras y magulladuras. Cómo había permitido que mi cuerpo sufriera tanto maltrato, como lucia tan débil e indefensa y con mil pensamientos más me permití llorar, cada amarga lagrima que salía convertía mi cara en un lienzo lleno de líneas negras por el rímel y delineador, me desconocía y me dolía por que lo que más me gustaba de mi era que siempre me había mantenido verdadera a mis ideales pero ahí enfrente del espejo no pude evitar sollozar en silencio por haber perdido algo tan importante, a mi misma. Un rato después deje de lamentarme y limpie mi rostro colocando un poco de color en el para no alarmar a nadie decidí que calmarme era la mejor opción y tome mi impermeable de colores que cubría la mayoría de mi cuerpo salí de mi cuarto para tomar el desayuno, mi madre había preparado waffles y mi ánimo aumento me importo poco que estuviera retrasada, me tomaría mi tiempo para disfrutar el que podría ser mi último desayuno con mi mamá, después de un largo abrazo y un beso en la frente solté a mi mamá la cual prometió que comeríamos pay de queso al regresar de clases y no pude evitar conmoverme.
Los faros de la prepa iluminaban el pequeño camino que había que recorrer para llegar a la entrada, el clima estaba agradable, la humedad por la llovizna que hubo en la madrugada deleitaba el ambiente con el rico aroma de tierra mojada y a pesar de estar temblando y de que la niebla me rodeaba los pies no me congelada y de cierta manera me reconfortaba, después de todo lo que ha pasado cualquier sensación que me gustara me sacaba una pequeña sonrisa.
El edificio se mantenía tibio mientras la mayoría de los alumnos entraban, me quite el audífono del lado derecho para no verme grosera, casi llegando al salón escucho la familiar voz de mi mejor amiga Martina que corría hacia mi con un impermeable amarillo y gritando algo inaudible cuando al fin pudo alcanzarme me abrazo

- Te marqué toda la noche qué pasa por que no contestas- su voz era agitada no pude evitar sonreír al ver cómo mi amiga dejaba caer todo su peso en el marco de la puerta de mi salón.

-Perdón, me quede dormida temprano y desactive las notificaciones- Mis disculpas eran sinceras, preocupar a la gente nunca me había gustado y menos a Martina que por mas mínimo que fuera lograba sacarme de mis casillas con todos sus ruegos y preocupaciones.

-Oye tengo algo que darte pero tienes que esperar a la salida de acuerdo?- trataba de que mi tono no me delatara ya que los nervios me transpiran de los poros y de verdad confiaba en que Martina no sospechara nada ya que sería aún más difícil realizar todo lo que tenía planeado.
Las clases estaban de lo mas normal, muchos estaban entretenidos en su celular cubiertos con una manta para resguardase del frío, por más que yo quisiera mi mente no se encontraba ahí y después de años sin hacerlo lleve mis manos a la boca mordiendo cada pedazo de uña posible y el sudor frío que resbala por mi espalda de manera de advertencia me hacía permanecer en estado de alerta por más que trate de disimularlo y por más que trate de no enfocarme en lo que está apunto de hacer mi cuerpo lo sabía no había manera de engañarlo, mis piernas también estaban alerta ya que no paraban de moverse casi taladrando el piso de mi salón el gorro negro que portaba me cubría la mitad de la frente y aun así la sentía totalmente desnuda, mis brazos tenían la famosa piel de gallina y por más que los frotara no lograba que se estabilizaran.

El jardín de los secretosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora