CAPÍTULO 1 ( El tren que nos separa )

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Un beso despertó en ellos el amor.

Sabían que se que querían de una especial forma desde hace mucho tiempo ya, pero no se atrevían a decir nada. Habían crecido juntos desde niños, en aquel barrio que los vio nacer y vivir toda su niñez y ahora también, su adolescencia y amor.

Se conocían a la perfección.

Sus familias eran vecinos desde incluso antes que ellos nacieran, sus madres se querían como grandes amigas, sus padres preparaban almuerzos los fines de semana. El barrio completo sabía que los Jeon y los Park eran de esas familias que sin compartir una gota de sangre, se consideraban hermanos. Eran los líderes. Una asociación compartida que levantaba alto, la pequeña y acogedora calle de un pueblito acogedor. En sí, cada una de las familias eran unidas y se ayudaban mutuamente, hacían reuniones juntos siempre, eran personas amables y respetuosas. Pero no había nadie como ellos.

Nunca nadie como ellos.

El destino entonces alumbró a los Jeon con un pequeño. Una festividad se hizo en aquel pueblito. La felicidad fue inmediata. Ojitos negros y grandes, carita alumbrada por la luna, fuerte y sano como ninguno. Así era JungKook, el primogénito de los Jeon. Un niño como ningún otro, seguro, inteligente, talentoso, fantástico.

Un pequeño soñador.

Un año más tarde, los Park también vieron la luz llegar. El hermoso JiMin, su adoración, nació una mañana junto a los rayos solares apareciendo tras las cumbres. Pequeños ojitos con luz brillante, paz que transmitía con solo verlo y una sensación de tranquilidad al tenerlo en brazos, era lo que emanaba.

En el eco de su risa nacía una nueva primavera.

Y se criaron juntos. Más que eso, se volvieron inseparables. La dicha absoluta llegó con aquellos pequeños a ese pueblito lleno de familias felices. Una generación de niños los acompañaba, con algunos años menos o algunos años de más. Pero ninguno de ellos tan arraigados como aquellos dos.

JiMin y JungKook habían nacido para estar juntos.

Escuela, tiempo libre, paseos, almuerzos, cenas, noches, días enteros, eran compartidos por ambos. Se hacían cada vez más grandes, más hermosos, más humanos. La sobreprotección de JungKook por JiMin era inmensa e incluso insoportable. Nadie podía jugar con él, nadie podía tocarlo, nadie podía si quiera acercársele.

Nadie, solo él.

Sus amigos a veces se molestaban porque insistían en jugar con JiMin y él simplemente no les dejaba. Todos querían jugar con el pequeño sol porque iluminaba con su sola presencia el lugar. Era un don que solo JungKook quería ver y que odiaba que alguien más divisara. Tenían doce o tal vez trece años cuando sabían que aquel apego tan arraigado que se tenían, tenía un nombre más importante que la palabra amistad.

Era amor.

Puro y verdadero.

Y el beso que despertó en ellos el don de amar, se dio cuando tenían catorce años. Para JiMin había sido como sentir fuegos artificiales. Cuando JungKook lo besó de forma tan delicada, pero a la vez apasionada, los cosquilleos en su pecho aumentaban. JungKook sintió que en aquel beso regalaba protección y adoración al ser que más amaba. No dijeron nada, sus corazones hablaron por sí solos. Ellos sonrieron al finalizar la magia y caminaron juntos de la mano por la playa, mientras el ocaso los acompañaba. Esa noche al regresar de jugar con sus amigos de barrio, tampoco dijeron nada.

ʜᴏᴊᴀ ᴇɴ ʙʟᴀɴᴄᴏ ➳ [ ᴋᴏᴏᴋᴍɪɴ ] [ ᴠᴍɪɴ ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora