Capítulo 19

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Puse una radio en línea mientras desayunábamos sobre mi escritorio. La locutora hacía mención de que las temperaturas caerían en picada durante los próximos días y que en cualquier momento la nieve aparecería aún faltando semanas para la llegada del invierno. Culpé a los seres humanos por causar el cambio climático.

Sentado frente a mí, ya bañado y con sus prendas habituales, Moon-jae picaba la fruta de su plato con un tenedor. Comía menos de lo que se distraía.

Nuestra breve conversación giró en torno al clima como forma de romper el hielo. Estábamos preparados para lo que se vendría por un año más, sin problemas. Ninguno de los dos se atrevió a hablar del sexo que tuvimos quizás por pena o por falta de asimilación. Dejé que pasaran los minutos para pensar en una buena manera de hablar y aclarar las cosas, aunque de mí no podía esperarse nada muy inteligente.

—¿Estabas drogado anoche? —Necesitaba que fuese honesto conmigo para que no me sintiera culpable.

Se recargó en el respaldo, se llevó la taza de té a la boca y miró hacia la cocina.

—¿Tiene eso algo de malo? —Fue su respuesta.

Apreté los párpados, inclinándome hacia enfrente para apoyar los codos sobre la madera barnizada. Me pasé la mano por todo el rostro antes de dejar que se me escapase un suspiro. Él me observó hacerlo con cierta seriedad.

Me dio un vuelco el corazón, entremezclando el enojo y la preocupación. Algo en su contestación no me agradó por completo y él lo notó con mucha claridad por lo obvio que fui.

—Bromeo —dijo, queriendo eliminar esa negatividad del ambiente—. Solo estaba deprimido.

—¿Deprimido? —Me alcé de nuevo, un tanto avergonzado por caer en esas bromas nada habituales en él.

No pude comprenderlo en primera instancia por falta de una explicación mucho más detallada. Sabía que de él no obtendría nada más que frases cortas, silencios prolongados y una falta total de confianza. Debía tener paciencia para que se abriera conmigo o simplemente aceptar que él no saciaría mi curiosidad, ya que no era de los que hablaban sobre su vida privada.

La chica de la radio cambió de tema una vez que mencionó las condiciones climáticas de todas las áreas importantes del país. Ninguno le prestó atención por concentrarse en quien teníamos enfrente y en lo que pudiera decir.

—Suelo pensar en los hubiera. —Recargó la mejilla sobre su puño.

Especular lo que pudo ser de ti si no hubieses cometido determinadas equivocaciones o decidido otras cosas, abrumaba. Más si no te sentías muy conforme con tu vida o con algo en específico de ella. Llenarse la cabeza con aquellos pensamientos podía derrumbarte por noches enteras y hasta perjudicar en tu diario vivir.

—El hubiera no existe —afirmé, creyéndome todo un intelectual.

—Por eso me deprimo —le dio un sorbo al té.

Al querer encender un cigarrillo en el interior de mi apartamento, su mano sostuvo mi muñeca para impedir que tomase la cajetilla más cercana. En lugar de permitirme fumar en paz, me acercó el plato de frutas que yo tampoco me terminé e insistió con la mirada que lo dejara vacío.

Casi copio su gesto para darle a entender lo mismo.

—Tú no comes nada; solo te metes droga.

—Hacemos cosas muy parecidas, Luke. —Entrecerraba los ojos porque aún se hallaba cansado—. No olvides que la nicotina también puede ser adictiva.

Terminamos de desayunar al poco rato luego de que decidiéramos complacer al otro y a nuestros cuerpos hambrientos. Recogimos los trastes y los lavamos juntos, en silencio. Yo no dejé de observarlo con discreción y nerviosismo por sentir con bastante intensidad lo atípica que era nuestra mañana. Incluso llegué a creer que soñaba.

El balcón vecino [BL-GRATIS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora