querido amor

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Jamás logré entenderlo; razón por la cuál nunca te escribí, ni siquiera en los días importantes. Supuse que si lo hacía no creerías en mis palabras, que pensarías que era falso, forzado. Pero no era así, nada de lo que decía era obligado, todo nacía de mi corazón, florecía de mi alma y salía en forma de palabras.

Sin embargo, supongo que no fuiste capaz de entenderlo y que tu molestia tuvo razón de ser.

Lo siento, nunca fue mi intención hacerlo, no quise hacerte sentir lo que tu me generaste en algún momento. Sólo tuve miedo.

Ahora que no estás, soy más valiente para escribirte, porque sé que no lo leerás, que no sabrás en verdad todo lo que me guardé y que he acabado de sacar. Ya no podrás entender cómo fue porque ya no estás aquí.

Todo luce estar bien por el momento, me desvanezco sobre el papel y arrojo mis sentimientos, los pinto entre líneas y espacios, con forma de letras y convirtiéndolos en palabras.

De nuevo, lamento que no puedas leerme y que te haya condenado a algo de lo que no soy consciente; haberte ido sin respuestas, con la pregunta atorada en tu garganta como tu último suspiro.

No obstante, a pesar del daño causado, en mi nace la esperanza, de que cuando ponga esta carta en tu lugar de partida, serás capaz de palpar sentimientos encontrados. Tienes que vivirlos antes de irte; tienes que saborear cada gota de dolor, amor y tristeza.

Tienes que sufrir cómo yo lo hice cuando te tuve aquí.

Admito que me quema el hacerlo, pero la herida libera las llamas del incendio que me provocaste, así que al final, el dolor vale la pena. Lo hace, pues las ataduras dejan de encadenarme a una vida que no era para mi.

Querido amor, a quién juré amar después de mi partida, te he de dejar libre; te he de soltar para que tu paz sea mayor; te he de olvidar al terminar esto, pues solo te mantendré más tiempo a mi lado, y mi deseo ya no es el de poseerte, más el de rescatarte del infierno al que te hundí.

Aquí acaba todo. La fantasía acaba junto con mi llanto, desaparece en sollozos y muere con sonrisas.

Mi último reír para ti, será tu último reír.

No te aferres, ya no hay nada que hacer. El daño es irreparable y morirás en el castigo de verme ser feliz sin que tu estés a mi lado.

Amor querido, que robas mis suspiros y me haces agonizar en el temor de un adiós, aquí está lo que te prometí, el escrito que jamás te di.

Amor queridoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora