¡Qué romántica la cercanía de las estatuas!
¿Se habrá deleitado el escultor al trazar sus pliegues de mármol?Quizás deslizó sus manos por las frías y onduladas cabelleras de esas jóvenes.
Radiantes, seductoras, mujeres.Yo en su lugar, habría besado sus delicados y pequeños pies.
Me arrodillaria para divisar de manera disimulada el escondite de piel, y aprovecharía el viento para apartar su vestido de volados que cubren sus muslos.Sí yo fuese aquel escultor, al hacer sus perfiles espectantes de contacto, les mandaría una sonrisa picardezca para dibujar algo de rubor en sus mejillas de mármol. Escribiría en sus clavículas, los más finos sonetos.
Al final les diría que se deseen profundamente, pues incluso sí un espectador decidiría contemplarles, nadie más les daría esa misma cercanía tan romántica.