¿En Dónde Estoy?

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Un día, mi alma (antes de que fuese mía, era solo Alma) se encontraba merodeando, y en medio de su eterna contemplación llegaron a ella una serie de dudas.

¿Quién soy?, ¿Qué hago aquí?, ¿Debería cambiar este estado del Alma o seguir así?
Retumbaban esas y otras  incógnitas en aquel espacio etéreo, pero en la búsqueda de las respuestas sólo conseguía al tormentoso Silencio. La Nada, el Vacío.

Llevada por la curiosidad, como loca, dándole vueltas al asunto, supo el Alma que para responderlas y encontrar Paz, debía transmutar, evolucionar. Y, decidío entonces, mandar una parte de sí a buscarse.

Entonces, se hizo amiga de la Vida, y le clamó por un cuerpo para que aquella parte de sí pudiese ocupar. La Vida a cambió, sólo le pidió retornar, pero no como parte del Alma sino siendo una parte la Muerte, a quién la Vida extrañaba. Era un trato arriesgado, pero, a fin de acabar con  la incertidumbre, cedió.

Después, la Vida mandó a la parte del Alma a nacer, y, al nacer, esa alma descubrió el cuerpo. ¡Y ese cuerpo estaba! Estaba en un lugar llamado  el Mundo. Entonces el Alma cesó de ser Alma y se transformó en mí, en mí Alma.

Y, desde entonces aprendí a ser curiosa, (pues sin la duda no existiría yo), a transformarme constantemente, amar a la Vida, y no tener miedo a la Muerte.

Una vez mí alma fue mía, tomó consciencia del mundo. Ese Mundo, lleno de cosas, de tantas cosas maravillosas y terribles, le dio una buena señal a mí Alma, de que iba encontrarse.

Algo debe haber. ¡Algo!, Aunque sea ínfimo, una pequeñez, aunque no sea mío, porque como Alma no es posible poseer, pero sí el Sentir, sentirse propio, sentir que se pertenece.

El Alma no advirtió que al volverse uno conmigo, tendría que aguantar mi mundana existencia, mi desenfrenada personalidad, tendría que enfrentarse a mis demonios y a mis sueños, aspiraciones, defectos. Pero, después de una larga lucha (que después será narrada) decidimos que lo mejor para ambos era aceptarnos.

Teniendo eso en cuenta, emprendí el Viaje.

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