• Sakura || P.JiMin

Passé

• Quitter la misère et rejoindre

Si tuve el coraje para involucrar a mis dos mejores amigas, ¿Porque no a mi único hermano? Quien si tiene un futuro más asegurado que el mío, una posible familia en menos de 5 años, que yo no podré formar ni volviendo a nacer.

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—¡Regresan con cuidado! Me llaman cuando lleguen a casa — Y si, RaeAh era de las típicas amigas y novias maternas, de las que se preocupaba por si llevábamos abrigo en pleno verano. Con un lindo gesto de mano nos despedimos y montamos la motocicleta.

—Era de ley ir muy lento, kilometro por hora; ya que siempre olvido comprar casco y JungKook suele cederlo. — Oye Kookie... ¿te apetece ir al Jeon ManbamForce? — Pregunté con un poco de miedo, el Jeon ManbamForce es una "fortaleza" que JungKook y yo creamos de pequeño, aunque ya no vivamos en ese viejo barrio en donde solíamos vivir, los vecinos lo conservan aún en señal de respeto a nosotros que; fuimos abandonados por nuestros cobardes padres. Y para ser sincera, la última vez que estuve ahí fue a cuando tenía dieciséis, llorando desesperadamente sin saber que hacer con mi vida y con la de un chico de quince años

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—¡Yunie! ¡Espérame!— El pequeño de cinco años y llorón JungKook Corría con desesperación detrás de su hermana, tropezando, quejándose y llorando como siempre.

—¡Corre Hermanito, tienes que ver este lugar Justo cuando empiece el atardecer!— El viento y su largo cabello castaño hacían un perfecto juego, claro, siempre siendo decorada por aquellas sakuras blancas artificiales que su madre hacía con tanto amor. Al llegar quito sus pequeñas y sucias sandalias para trepar aquella pequeña montaña, y al conseguir llegar a la cima extendió la mano a su hermano para ayudarlo a subir. Y ahí, estaba el lugar perfecto para reír, llorar, guardar secretos y recibir la mayor tranquilidad que unos dos niñatos podrían exigir— ¿No es bonito JungKook? Aquí todo se ve como si fueran hormigas, ¿No crees? — Sus palabras eran claras, abrazo a su hermano y otros discursos de dos niños de cinco y seis años pudiesen dar los acompañaba.
Y ahí empezó su pequeño trabajo, con las pocas pertenencias empezaron a decorar aquel lugar comunitario que para ambos adoptaron con el nombre Jeon ManbamForce.

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—¿Aún existe esa basura? — En parte el sentía un gran rencor por aquel lugar ya que tiene la estupida idea de que si hubiéramos estado con nuestros padres en vez de estar construyendo nuestro escondite, estuviéramos con ellos. — ¿Sabes desde que edad deje de ir? A los catorce años, ocho años sin ir a ese estupido lugar, Deberíamos de destruir esa porquería y dejar que el vecindario le dé un mejor uso... — Entendía que estaba enojado, pero era muy pequeño como para entender la razón del porque mis padres nos abandonaron.

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La fuerte tormenta no impedía que en el pequeño y humilde hogar hubiese calor y amor; si es que se podía llamar así. Era como aquel típico cuento de niños, la madre haciendo la cena mientras los niños jugaban aún lado de la chimenea que les brindaba calor, esperando a que el hombre de la casa llegase de su empleo. Dos golpes y un crujido de rama romperse inundó los oídos de la mujer, Do YooRa; la madre de YuNa y JungKook dejó el pañuelo de tela con el que se había secado sus manos y fue a abrir, su sonrisa había desvanecido en un segundo tras haber visto aquella preocupante imagen que se encontraba detrás de la puerta

— ¿Cariño, que te pasó? — Su amado había regresado de su jornada de trabajo algo lastimado, nariz rota, ojo morado, escupiendo sangre sin parar y con poca resistencia— WooShin, ¿que pasó? Vamos adentro