Let's deliver pizza!

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Los sábados, un día de descanso y diversión para algunos, pero para Shinsou Hitoshi, los sábados eran días llenos de trabajo entregando pizzas por toda la ciudad, sin embargo uno de cada cinco sábados veía a cierto chico lindo muy especial.

¿Cómo había empezado su obsesión con ese cliente en especial? Ni él mismo estaba muy seguro.

Todo comenzó un sábado a media tarde, llevaba apenas 3 semanas trabajando en la pizzería, era un trabajo cómodo, le dejaba estudiar por las mañanas y el ambiente era agradable, trabajaba con un chico de cabello semejante a un brócoli, lleno de pecas, muy amable y una chica de cabello naranja muy entusiasta.

-Shinsou- le llamó su compañera de trabajo –Pedido- así eran los sábados, es verdad que "Pizza All M" era un pequeño establecimiento ya que solo se dedicaban a servir a domicilio, pero sus fines de semana estaban cargados de pedidos.

-Entendido- respondió resignado, acababa de llegar de entregar al menos otros 5 pedidos, era un poco cansado.

-Midoriya acaba de partir con 4 pedidos- rió la chica –un par de minutos antes y le hubiera tocado a él-

-No hay problema, Kendo- esperó 10 minutos más, juntó otros dos pedidos y se marchó, ya faltaba poco para salir, a cierta hora los pedidos disminuían y el trabajo era menos agotador.

Reconocía bien esa parte de la ciudad, tenían fama de vivir las personas adineradas, seguramente le tocaría atender a una niña mimada o a una familia prepotente, el trato con las personas era lo que menos le gustaba de su trabajo, por eso siempre al entregar se dejaba puesto el casco, de esa manera sentía que tenía menos contacto con las personas.

Llegó a la casa y se bajó listo para entregar la orden, cuando la puerta se abrió pudo ver a un chico rubio de ojos dorados con la figura de un rayo aparentemente teñida en su fleco, una mirada inocente y una sonrisa brillante, era como ver una pequeña estrella irradiando luz.

-¿Kaminari?- dijo con voz apenas audible.

El chico asintió sonriendo.

Mentiría si dijera que no sintió un flechazo inmediato al ver ese gesto tan sincero, sintió como sus mejillas se acaloraron y de no ser por el casco hubiera dejado ver un rubor en toda su cara.

Le entregó la pizza y la soda, y recibió el dinero exacto, agachó la cabeza un poco en señal de despedida y se retiró.

-Gracias- gritó aquella estrellita sonriendo antes de cerrar la puerta.

Al volver a la motocicleta solo podía pensar en aquellos hermosos ojos y en esa sonrisa tan tibia.

Al pasar algunas semanas sintió como el sentimiento se iba, se avergonzaba por sentir algo así, se sentía como puberta enamorada, al final se convenció a sí mismo de que había sido algo pasajero, no es como si quisiera volver a ver a ese chico en su vida, ¿Verdad?.

-Shinsou- le llamó Kendo –Shinsou- tuvo que llamarlo varias veces para sacarlo de su ensoñación -3 pedidos-

-Sí- respondió volviendo en sí, no es como si quisiera volver a verlo, no señor.

Sin embargo reconoció el rumbo que había tomado y ese vecindario tan particular, esa casa y finalmente esa sonrisa.

-¿Kaminari?- dijo con el corazón casi saliéndose del pecho, pero debido al casco y a su impecable lenguaje corporal, pasó desapercibido, lo distraído del rubio también pudo tener algo que ver.

-Sí- dijo ofreciéndole nuevamente una sonrisa.

Sí, se había enamorado y de un chico bastante lindo.

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