the pink boy [ᴋᴏᴏᴋᴍɪɴ]

One

El pequeño jungkook de 10 años miraba la suave lluvia resbalar por la ventana de su habitación, amaba la lluvia, siempre cuando esta cambiaba a una leve llovizna corría a su patio trasero para caminar sobre el césped húmedo, ya que eso lo despejaba.

Se mantuvo en completo silencio hasta que la puerta fue abierta lentamente, pero el castaño no se movió, sabe quién es, inevitablemente un bufido se escapo de sus labios.

-más respeto hacía tú madre, jungkook- sentenció su progenitora, tomando asiento en la cama -cuando salgas ponte tus votas y abrigate bien, no quiero que termines resfriado, cariño- el pequeño asistió y camino hacia su armario.

Al ya tener toda la ropa sobre su cama miro el rostro de su madre; maquillaje perfecto, cabello castaño claro perfectamente acomodado en una coleta, ojos café, pie pálida, ropa completamente arreglada y una leve sonrisa formada en sus finos labios.

Nunca logró entender el extraño comportamiento de su madre, claro, es un niño y su madre nunca le explicara, pero sabía que algo no estaba bien en ella.

Perdido en sus pensamientos no oyó cuando su madre le llamó, hasta que se puso de pie y abrió la ventana.

-vamos cariño, abrigate y sal a jugar, no entres a la casa, llámame desde la puerta e iré, ¿si?- jungkook con un pequeño brillo en sus ojos asintió repetidas veces para obedecer a su madre, colocándose sus votas, abrigó y paraguas favorito.

El frío choco contra su rostro, el cielo gris y el césped húmedo, alegraron el día del pequeño, no todos los días llueve y no muy seguido desaparece su padre.

La relación con sus padres no iba muy bien que digamos, su padre es muy exigente y frío, no recuerda la última ves que le haya dicho un "Te quiero" o halagado por algún logro. Jungkook siempre pensó que era debido al estrés del trabajo y cuidar una familia... Siempre trata de hacer todo lo posible para que le den amor y estén orgullosos de él... Pero aunque sea el mejor en todo, el "estoy orgulloso de ti hijo" el aprecio, el amor, nunca llegaron.

Su madre... La verdad nunca conoció verdaderamente a su madre, siempre buscando la perfección en todo.

Las noches eran eternas cuando desaparecía y no volvía hasta el otro día, con ojeras muy notorias y manchas en su rostro, ella obedece todo lo que su padre dice, nunca le escucho contradecirle u opinar sobre algo.

Su vida era siempre la misma rutina, despertar en la mañana mientras la casa está en completo silencio, desayuno echo por su cocinera, asistir al colegio donde podía respirar, donde no estaba tenso todo el tiempo, luego del transcurso de la mañana todo volvía a ser gris, la casa sin risas por doquier comó es en una calida familia, leer tres veces todos los libros que encuentre y estudiar hasta acabar con dolor de cabeza ya se le hizo costumbre.